"Cada hoja es todas las hojas del innumerable Arbol de los Relatos"

Thursday, July 10, 2008

Y, entre tantas mezcladas remembranzas...

… me vi entrando en una de esas bibliotecas de barrio que en nuestros países fundaban hombres pobres e idealistas, quitando pesos de sus magros salarios, para llevar a la gente lo que ellos habían tenido grandes dificultades para conseguir. ¿Cómo se llamaba aquel hombrecito flaco y bondadosos que después de haber trabajado todo el día en su empleo aún tenía fuerzas y ánimo para atender con cariño a chicos como yo? Creo que su nombre era Pettirossi, aunque no estoy seguro de la cantidad de tes y de eses. Su figura me viene asociada al silbato de una pequeña locomotora en que vendían maníes calientes en los fríos atardeceres de invierno. ¿Por qué invierno? No lo podría responder. Acaso porque en esos días un chico como era yo, sentía más la soledad que en los días de primavera o verano; o porque en el invierno la noche, la noche que ahonda vertiginosamente los pensamientos tristes, llega más temprano y más desoladora. No lo se.
Desde el pueblo en que había nacido, mis padres me habían enviado al colegio secundario de La Plata, lejos, muy lejos de mi madre durante un año, un año según el calendario pero una eternidad según los sentimientos y emociones. Entre los compañeros de colegio, yo seguía siendo un chico de campo, me sentía feo y torpe entre ellos, inhábil para moverme y para conversar. Me refugié entonces en las matemáticas, que me revelaban en su universo una armonía que a mí me faltaba, en las pequeñas cositas que pintaba con mis acuarelas y en los libros de aventura. Entonces iba a aquella precaria biblioteca, donde Pettirossi era como el portero a quien le es dado abrir las puertas de un mundo prodigioso, que venía en volúmenes gastados y hasta rotosos, que devoraba luego en mi cuartito de la cale 61. Así comenzó mi pasión por la literatura, primero a través de libros de Salgari y de Julio Verne, tan modestos como Pettirossi, y luego, porque un libro lleva inexorablemente, a otro, a los más grandes de todos los tiempos, a esos que exploran los abismos del corazón del hombre como Salgari hacía con las remotas selvas de la Malasia, o Verne con los fondos submarinos.”

Fragmento (II) del prólogo escrito por Ernesto Sábato para: “Viaje a los mundos imaginarios”. Editorial Legasa. ISBN 950-600-009-3 (edición completa). ISBN 950-600-010-7 (volumen I)

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María Elsa Rodríguez nació en San Miguel (Buenos Aires, Argentina) en 1966. Supo que lo suyo no eran las obtusas matemáticas, y que los sueños la movilizaban más que la realidad. Estudió Cinematografía, Fotografía, Bibliotecología y Archivística (áreas estas dos últimas en las que desarrolló su labor profesional los últimos años, sin dejar de seguir ampliando en talleres, su interés por la dramaturgia y la literatura). Estrenó obras en teatro, publicó cuentos y su primera novela. Desde entonces, comparte algo de su material en los sitios que administra en la Web: • https://artistinconcluso.blogspot.com/ • http://unadextranjerosenyankilandia.blogspot.com/ • http://ailaviuforever.blogspot.com/ • https://www.facebook.com/Libros-para-olvidar-la-editorial-de-los-libros-perdidos-984324104963181/