"Cada hoja es todas las hojas del innumerable Arbol de los Relatos"

Friday, October 16, 2015

¿Quién lo tiene a Viggo?

Los hombres que comparten los mismos dormitorios,
ya sean soldados o prisioneros, contraen un lazo extraño
como si, al quitarse las armaduras,
se hermanaran cada noche por encima de sus diferencias
en la vieja comunidad del sueño y el cansancio.[1]


Este relato es una visión personal de una realidad inexistente… un secuestro raro. La víctima: Viggo Mortensen no huye. Lo intenta en tres fallidas ocasiones, es cierto. Pero con poca convicción. La puerta de la biblioteca donde transcurren los hechos no está cerrada desde el principio… simplemente la bibliotecaria le dice: “Usted no se va de acá hasta que aclaremos este asunto”. Y él lo toma de forma literal. El problema de la mujer es que odia a Peter Jackson porque leyó la emblemática saga de Tolkien en su juventud y no está conforme con el éxito que las películas de: “El Sr. De los Anillos” obtuvieron (y que según su criterio tienen un error imperdonable: no está Liam Neeson haciendo de Legolas). Como no logra acceder ni al director que detesta ni al actor que le gusta, lo intercepta a Mortensen para obligarlo a reescribir el guión. Dejará en claro que puede colaborar o sufrir como el protagonista de: “Misery”. Viggo dice a su amigo Fabián Casas: “me secuestraron” y el otro sin dudar busca a la policía. En cambio Viggo permanece aún sin saber qué hacer, hasta que su propia “captora” le pide que se vaya… y por mala fortuna lo agarra en la calle la barra brava de Huracán. Algo que por supuesto no se podrá probar y “la mujer” deberá volver a la cárcel (de donde no hace tanto salió).


¿Quién lo tiene a Viggo Mortensen?
(RNDA: 000289930-Exp. 5257668-9/10/2015)


Viggo Mortensen, ataviado con su camiseta de San Lorenzo de Almagro entra tranquilamente a una minúscula biblioteca, que casi es un armario y una serie de espejos que lo reflejan creando el efecto multiplicador de los estantes (casi como un laberinto). Hay una mesa en la sala de lectura y una gran caja de cartón en un costado. La bibliotecaria que se encuentra tras el mostrador lo encara como si estuvieran hablando desde antes:

_ ¡Helmut, ‘tas igual!

(El sonríe amable -sin entender- y contesta para zafar)

_ See…
_ Por lo menos esta vez no negás tu identidad…

(Ella ríe sonoramente “como Julia Roberts” en "Mujer bonita", y él comienza a dudar de su decisión de entrar a ese sitio. La mujer continúa)

_ Cuando le pregunté “al pintor de los hielos” si era Viggo Mortensen, me retrucó: “¿Ese quién es?”. Pero se volvió y agregó sonriente: “yo de acá me voy a la cancha de Boca”. Así que sí sabía quién eras… seguro le preguntan siempre.
_ Capaz…
_ ¿Pero sabés quién es, no?
_ No…
_ Te lo dije la otra vez… ¡Lo hubieses googleado! ¡Ni necesitás una bibliotecaria para eso!¡Cualquiera se mete a la web y escribe: “Helmut Distch”. Y te aparece: “Es el pintor argentino mejor pago. Se lo conoce como el pintor de los hielos”! Pero no lo hiciste… me decepcionás, la verdad.
_ Perdón. Soy un caso. Me olvidé… disculpe, buenas tardes.

(Gira para salir, confundido y medio desconfiado. Ella lo detiene terminante)

_ De acá no te vas hasta que aclaremos algunos asuntos.

(El se detiene, sumiso y gira para mirarla con preocupación)

_ Es que tengo que encontrarme con un amigo, me parece que está en la puerta esperándome. Creí que había entrado…
_ No me cambies de tema. La otra vez me quedé muy mal por tu actitud…
_ ¿Nos conocemos?

(Ella lo mira con furia, él se asusta y mira hacia la calle, pensando en escapar)

_ Va de mal en peor, mi amigo… ni se le ocurra escapar. Esto es un secuestro.

(La mujer sale de detrás del mostrador y se para frente a él cruzándose de brazos. La mira confundido, sin saber quién es)

_ Ahora “me trata de usted”…
_ No me recuerda, caballero. Después de su actitud del pasado, no debería sorprenderme. Pero imaginé que venía a disculparse.
_ ¿Tuvimos algo?...
_ Yo un disgusto tras otro, usted por lo visto: amnesia.

(Ante el estupor de él, la mujer vuelve a reír a carcajadas como Julia Roberts y cambia de humor)

_ Fabián todavía no llegó… igual hoy no es el partido. Tenemos tiempo para charlar y aclarar las cosas.
_ También lo conoce… estoy medio confundido. Perdóneme…
_ Sentate, no es para tanto (le señala una silla frente a una mesa en la sala). El tampoco me contesta las cartas y no pasa nada al final. Le perdono la vida.
_ Yo sé que está re-mal que me olvide de la gente… pero no entiendo nada. Por favor, dígame que me estoy perdiendo (Le estira la mano para saludarla y se presenta): Viggo/Guido Mortensen…

(Ella vuelve a reír con entusiasmo y le da la mano)

_ “Julia Roberts”
_ ¡Ah! Claro, Julia. Nos conocemos de algún set…

(Ríe, conciliador. Ella cambia de humor otra vez)

_ ¡NO! Odio a esa mina.
_ Bueno… discúlpeme. Me tengo que ir.

(Le suelta la mano y gira para salir. La mujer lo detiene de nuevo terminante)

_ Dije que íbamos a aclarar cierto asunto pendiente, mi estimado…
_ Y yo le dije que voy a encontrarme con mi amigo. Buenas tardes.
_ De acá no sale nadie si yo no quiero. Siéntese acá.

(Vuelve a señalar la silla de antes y ella se sienta en la de enfrente a esperarlo. El duda pero hace caso. La mira desconcertado)

_ Soy Natalia Góngora… “la asesina gangosa”. Pero ya me curé (El se tira para atrás, pegándose al respaldo de la silla) de eso: de lo gangosa, por lo menos.
_ Momento: me dice que me secuestra y me va a matar… ¿Y yo me voy a quedar acá mansito en lugar de escapar corriendo?
_ Yo dije que odio a Julia Roberts. Si no la maté es porque jamás me la crucé en la vida. Esa mujer me robó al hombre que amaba… y por una cuestión generacional me decían que me reía como ella: ¡Es indignante! ¿No te parece?
_ No termino de entender qué tengo yo que ver con este asunto… sólo pasé para hacer tiempo mientras llega Fabián. Por lo visto se conocen.
_ Le escribo a su página web, porque me da bronca que él haya triunfado como escritor escribiendo las boludeces que escribe y yo no. Pero no me contesta el muy pelotudo ¿De qué se la da?
_ Fabián Casas escribe muy bien… y es mi amigo. No le voy a permitir que lo insulte.
_ ¡El tonito, flaco!
_ Perdón… pero no puede pretender que alguien la tome en serio si le manda insultos.
_ Yo no lo insulté. Fueron misivas amistosas. El se porta como un agrandado. Usted mismo me respondió (Sonríe conmovida cambiando de tono). Todavía tengo el sobre con tu respuesta. Con tu letra horrible en el sobre: “First Class”, dice garabateado.
_ ¿Y por lo bueno que fui me secuestra?
_ Puede tomarse como un secuestro o una larga charla conciliatoria… depende del punto de vista de cada uno. Puede colaborar o sufrir como el protagonista de: “Misery” ¿La vio? Esa película en la que “demoran” a un escritor…
_ SI, si. Y le rompen las gambas para que no escape y escriba lo que la señora quiere. Pero no comprendo qué necesita de mí específicamente…

(Lo mira y sonríe maliciosa)

_ Sos un agrandado como Fabián, al final. A mí que me habías parecido tan humilde en aquel evento.
_ ¿Cuál?
_ Cuando los conocí, aquella vez en que presentaban el libro: “Nueva antología de la poesía argentina”.
_ ¡Uy! ¡Hace mil años de eso!
_ No, fue en el 2008.
_ Hace años… ¿Era una de las que quería autógrafos y arruinó el evento?
_ ¡No! Al contrario… Me ladraste como si te quisiera violar como las perras ésas que entraron y arruinaron el recital de poesía ¡Yo estaba desde antes, charlando con Fernanda Laguna! Pero claro, el señorito, que parecía Barbie…
_ ¡Barbie!
_ ¡Si! Con los pelitos amarillos…
_ ¿Qué culpa tengo del color del que me crecía el pelo?
_ ¿Viste que feo es llegar a viejo? A todos nos pasa, mi querido. El gris nos alcanza a todos por igual…
_ ¡Momento! ¿De qué carajo estamos hablando?
_ ¡El tonito, che!
_ Bueno, perdone. Pero no sé que me está reclamando.
_ Yo fui, lo más tranqui. Compré el libro. Te conté que te había mandado material a la editorial y me dijiste que seguramente todavía no lo habían leído (lo que seguramente era cierto, porque al tiempo me llegó la respuesta por correo), pero después, cuando entró la avalancha de gente a acosarte, la terminé ligando por estar cerca. Me parece muy injusto.
_ La verdad que sí. Perdóneme. No me acuerdo. Le pido mil perdones si la traté mal. Ese día temí por mi vida. Ese local era tan chiquito… y se me vinieron encima.
_ Yo pensé que te morfaban… me dio una pena verte así todo cagado…
_ Bueno, no fue para tanto…
_ ¡Pobre de vos! Te mandabas pegado a la pared buscando una puerta… como un pulpo. Parecía que tenías ventosas en las manos.

(Lo imita como si se pegara a la pared y larga una sonora carcajada, recordando la imagen)

_ Por eso le dicen Julia Roberts…
_ ¡Esa hija de puta que me robó a Neeson!

(El se ríe)

_ ¿Liam Neeson?
_ ¡Si!
_ ¿Pero no estaba casado con otra actriz?
_ Si. Pero ésa me caía bien, no sabía. Yo pensaba que andaba con Julia Roberts y desarrollé un odio tremendo por ésa turra.
_ Por un momento pensé que había matado a la mujer de Liam Neeson…
_ No. Se llevó por delante un árbol esquiando, la pobre.
_ Si, terrible…
_ Yo soy más pobre que ella. Nunca voy a poder esquiar…
_ Pobre, no se haga malasangre.
_ No. No te calentés por eso... pobre de vos. El problema, ya que llegamos a esta cuestión, es Neeson.

(Lo mira seria. El se queda en el molde esperando, sin entender)

_ El día de la presentación aquella…
_ No invité a Liam Neeson…
_ No.
_ No sé si le gustará la poesía argentina… ni habla castellano ¿Se da cuenta?
_ No se trata de eso. Lo que pasó, es que me trataste mal por culpa de la chica que te pidió que le firmes el libro de: “El Señor de Los Anillos”.
_ ¡Por Dios! ¡Yo no soy “El Señor de Los Anillos”! No tenía nada que ver…
_ ¡Ya sé! ¿Yo qué culpa tenía? Estaba parada ahí al lado, con Fernanda, hablando de los problemas de las amas de casa con chicos. Le había pedido a ella un autógrafo. Vos me sacaste el libro y me zampaste otro debajo de la dedicatoria de ella… y saliste rajando, pegándote a la pared buscando una salida…
_ ¿Si? No me acuerdo…
_ Estabas enojado y cuando te empezaron a apretar te cagaste todo… ¡Qué maricón!

(Se ríe otra vez. A él no le parece gracioso)

_ ¿Y Neeson?
_ No estaba. Dijiste que ni lo invitaste…
_ ¿Pero qué tiene qué ver con este asunto?
_ Es un actorazo…
_ Si, ya sé.
_ No lo invitaron tampoco para “El Señor de Los Anillos”…
_ ¿Y?
_ ¿No es obvio?
_ No sé… ¿Tendría que haber hecho mi papel?
_ ¡NO!
_ ¿Entonces?
_ ¡Tendría que haber sido Legolas por lo menos! ¡A vos te tomó bien la tintura!... ¡Pero a Orlando Bloom se le ven de golpe las raíces negras… ¿Te tiñen a vos de marrón y al otro de amarillo patito? ¿Quería ser colorista de la peluquería de su barrio el director de la película?
_ ¡Ay, por favor! ¿Yo que tengo que ver con eso?
_ En un reportaje con Pergolini, le dijiste que entraste al taller de costura y convenciste al equipo de que hagan los trajes de Gondor con los colores de San Lorenzo y les mostraste la camiseta que tenías debajo de la pilcha…
_ Pero no contraté a los actores. Incluso yo fui un reemplazo. Llegué con la película empezada…
_ Pero tendrían que devolver la guita… es un robo.
_ ¡Un robo! ¿Qué dice? Pasé un año fuera de mi casa… no de vacaciones. Con ésa plata pude poner la editorial a la que usted mandó su trabajo, le contestaron gentilmente y además le compra libros que por lo visto le interesan.
_ Pero los elfos están perfectamente descriptos en el libro de Tolkien y su amigo Peter Jackson se ve que se salteó esa página…
_ Es la primera vez que escucho algo semejante. Hable con él. Me voy. Un gusto…

(Se levanta enojado)

_ ¡Siéntese!

(Se vuelve a sentar y resopla)

_ ¿Y ahora qué?
_ Todavía no terminé.
_ Estoy muy cansado…
_ ¿Toddy ó Nesquik?
_ ¡Nesquik!
_ ¡Esa! Ya te traigo… (Se levanta contenta y se va a prepararlo. El aprovecha para escapar, pero ella vuelve y lo ve encarando para la puerta. Lo mira decepcionada). Le iba a preguntar si lo quiere frío o caliente.
_ ¡Frío!
_ Genial…

(Aún desconfiando, se vuelve lentamente. El para disimular,  pregunta)

_ ¿Libros de Soriano tiene?
_ Ahí están (señala)… puede tutearme. No soy su madre.
_ ¡Perdón! Claro ¿Te gusta Soriano?
_ Obvio. Lo que me molesta es que no hayas filmado: “Triste, solitario y final” cuando eras joven… me decepciona tu actitud. Imaginate lo que pensaría Soriano si lo hubiese interpretado Viggo Mortensen.
_ Pero, en realidad, no importa la edad del personaje. Estoy a tiempo. Lo que está desactualizado es la gente a la que odia… John Wayne, ahora no es tan gracioso. Habría que adaptarlo. Es una buena idea…
_ Mientras te preparo la merienda andá adaptando lo de Neeson. Después, si te sale bien hacé lo que le debés al gordo Soriano, que era del equipo de tus amores.
_ ¿Vos de qué cuadro sos?
_ De Huracán…
_ ¡No!
_ Si. Te lo juro (Amenazante). No salís por ésa puerta… ¿Estamos?
_ Dale…

(La mujer se va otra vez, seria. El se acerca a la estantería que le señaló y busca otra salida… sacando libros, con desesperación. Se mete y aparece en el cine de al lado, interrumpiendo la función. Lo putean y le revolean cosas. Asustado vuelve, justo cuando ella lo está esperando de brazos cruzados. Los vasos de chocolatada están en la mesa junto a un plato de galletitas. Le pregunta molesta)

_ ¿Interesante lectura?
_ Interesante estructura edilicia…
_ ¿También le interesa la arquitectura del barrio?
_ Todo lo de este barrio que me vio crecer me interesa… ya compré algunas propiedades para que volvamos a Boedo, con el Ciclón ¿Sabe?
_ “Sabés”. Dije que podía tutearme… y que soy del equipo rival.
_ Pero el fútbol es un juego. No hay que tomársela tan en serio esa rivalidad… y usted me está tratando “de usted”. Valga la redundancia.

(Trata de volver a poner los libros en su sitio)

_ Se lo merece, “cuervo” ¡Siéntese a tomar la leche, carajo!
_ Es que quiero ordenar…
_ ¡Se dejan los libros sobre la mesa! ¿No es claro el cartel?

(Le señala un cartel que dice: “No guarde los libros en el estante. Déjelos sobre la mesa”)

_ ¡Uy! No lo leí…
_ Nadie lo lee. Todos se creen bibliotecarios… y meten los libros en cualquier lado. Y una se la pasó estudiando para que nadie la tenga en cuenta.
_ Perdón…

(Levanta los libros y los va poniendo en la mesa)

_ ¡Dejá eso y tomá la leche!
_ ¡Qué! ¿Se me va a enfriar?

(Se ríen)

_ No. La verdad que no…
_ ¿Rasti ó Mis ladrillos?
_ ¡Rasti!
_ ¡Muy bién! Respuesta correcta.
_ Los podés usar para hacer los coditos de la cancha de San Lorenzo que les quedó sin terminar ¿Ya están comprando?
_ Bueno. Bueno…
_ Es una muy buena idea. Pero no es mía… se le ocurrió a un usuario. Viene seguido. Capaz lo ves.
_ ¿Va a venir más gente? ¿Es un secuestro en masa?
_ Esto es un espacio público… viene gente. No mucha, la verdad. No es como la otra biblioteca donde estaba antes. Prefiero no hablar de eso, pero hay circulación.
_ ¡Chin-Chin!
_ ¡Salud! (Toman) A propósito… podríamos clonar a Neeson y usarlo para todos los elfos, no sólo Legolas. Tan lindo chavón, qué mala leche no tenerlo en cuenta. Gordo puto, lo odio.
_ ¿Otra vez?
_ Escuchame, es una idea genial… como el Ommpa Lommpa de “Charly y la fábrica de chocolate” que era un solo actor y lo replicaron para que parezca un ejército.
_ ¿Yo tengo que hablar con Peter Jackson y pedirle que rehaga la saga completa?
_ Vos sos escritor y productor de tus propias películas… rehacela ahora.
_ Pero eso es un trabajo de edición… yo no sé ni usar Paint.
_ Mirá “Guido”. Si tenés mala voluntad, te va a pasar como al de la caja ésa.

(Señala una caja grande al costado de una estantería. Se acerca y lee un cartel)

_ “¿Viggo?”
_ Porque “está Mortensen”… (El la mira y ella ríe) son restos óseos.
_ ¿Es una amenaza?
_ Es una advertencia… él tampoco me escuchaba. Bueno, capaz no me entendía. Te comenté que era gangosa. En vida era un talentoso realizador que me decía que mis proyectos eran “inviables”. Cómo les gusta joder con esa palabrita…
_ ¿Está muerto en serio?
_ ¡Y sí! ¿Qué esperabas? ¿Huesos vivos? ¿O de mentira?
_ Es Broma… no lo pudo haber matado y estar acá tan tranquila.

(Abre la caja y saca la calavera. La mira horrorizado y luego a ella)

_ “¡Hamlet de Buenos Aires!” ¡Yo te mandé ese poema… y seguro ni lo leíste!
_ No, no creo. No puede ser cierto…

(Deja los huesos en la caja y la tapa asustado)

_ ¡Si! Lo escribí, lo registré… esperaba que estuviera en: “Antología de la poesía argentina II”
_ Nunca salió…
_ ¡Me alegro!

(Se cruza de brazos y piernas, como en un gesto de revancha)

_ Pero lo que usted me pide es “inviabl…” ¡Imposible! ¡Me piensa matar si no hago la película de nuevo?
_ “Las películas”. No le pido que cambie a Liv Tyler… sólo los elfos hombres.
_ Yo no sé hacer ese trabajo… y no me corresponde. Es una falta de respeto para el director.
_ ¡Ese gordo agrandado! ¿Cuándo lo voy a poder secuestrar a él? Se esmeró en que los Hobbits, los Orcos, el paisaje y taaantos detalles estuviesen taaan logrados ¿Qué tenía contra los elfos? ¡Envidia!
_ No sé. Yo ni me había dado cuenta de lo que usted me dice… la verdad es que es muy observadora.
_ Leí el libro muy joven y no puedo creer que nadie más se esté quejando. Deberíamos ser una legión…
_ Reconoce que al resto de la gente le gustó la saga…

(Ella lo mira con desprecio y sigue su razonamiento)

_ Deberíamos organizar una guerra santa… matar a los traidores a Tolkien.
_ Yo no traicioné a nadie… ¿Le queda claro, no?
_ ¡No sea terco! Ya no sabe si es como yo le digo o como prefiere seguir pensando.
_ ¿Bueno, tiene lápiz y papel… o teclado?

(Se los acerca y guarda los libros que él dejó desparramados en su intento previo de escape)

_ Tal vez este sea su propio divague… no se estrese.
_ Estoy cansado. Necesito mate para funcionar.

(La mujer se va a prepararlo y le dice al salir)

_ Esa es la actitud. Los valientes no huyen por la primera puerta que les dejan a tiro. Recuérdelo. Es importante para su salud mental… y física.

(Viggo se pone a escribir un poco. Se refriega los ojos y hace un gesto de cansancio y frustración. Apoya su cabeza sobre los antebrazos, abatido. Se repone. Mira por dónde ella salió y se acerca a las  estanterías. Lee)

_ “Psicología”

(Sin necesidad de sacar los libros logra salir por entre los estantes… con tan mala suerte que llegar al diván de su propia película dónde él mismo es Freud. Se despierta sobresaltado para notar que es un sueño en el que se estaba analizando).

_ ¡Listo! ¿Amargo?
_ Amargadísimo… no como para morirme. No me malentienda, pero… qué día.

(Ella ríe no tan estruendosamente como de costumbre. Lo mira con un poco de pena)

_ El mate… ¿Amargo o dulce?
_ Como quieras… estoy padeciendo un genuino “Síndrome de Estocolmo”. Lo juro. No voy a escapar.
_ Excelente elección. Muy bien pensado.
_ Cebo yo.

(Ceba. Van tomando mientras charlan)

_ Bueno…
_ ¿Usted vive acá?
_ No.
_ Ya es tarde…
_ Fabián ni noticias. Te plantó.
_ Es raro.
_ ¿Te tira onda?
_ ¡NO! Me precupa que no esté acá… ¿No está, no?
_ No. Quedate tranquilo… nunca lo vi. Debe andar por ahí lo más campante ¿No tiene otros amigos?
_ Si… pero quedamos en encontrarnos acá.
_ El te dio la dirección…
_ Si.
_ Un amigo…
_ ¿Qué? ¿Qué insinúa?
_ Te mandó conmigo. Sabiendo cómo soy… de mi problema, digo (Se miran). Gangosa ya no soy… “de eso me curé” con la foniatra. Me llevó años, pero tenía mucho tiempo para perder…
_ Insinúa que él me entregó…
_ Opiná lo que quieras, yo soy muy democrática.
_ ¡Pero me secuestra!
_ Vos no te vas por amor propio. Vas a terminar lo que te pedí porque ahora sabés que no vas a pensar en otra cosa ¿Me equivoco?
_ Este es un secuestro raro…
_ Lo que yo equivoqué fue la carrera… no digo que la esté corriendo ahora, ni que la haya hecho en tiempo y forma. La cursé mientras estaba en la cárcel… por lo de los  asesinatos ¿Viste?
_ ¿Varios?

(Ella responde con voz gangosa, como si fuera otra persona de pronto)

_ “Eran gangositos”… los quise salvar. Al gordo no. Lo maté por cabezón. Me hacía eclipse parándose frente a luz. No entendía que una escritora necesita luz propia y no quiere que la eclipsen.

(Llega un usuario e interrumpe el clima y la conversación. Viggo se pone repentinamente feliz ante la posibilidad de escape. El hombre saluda)

_ ¡Hola! Buenas tardes.

(Ella responde sonriente y se acerca al señor)

_ “Buenas noches”… estamos por cerrar (A Viggo). Este caballero que va dejando una estela de escarcha a su paso es el que te decía antes.
_ ¡Eh! ¿De nuevo se va a meter con mi equipo?
_ ¿De qué cuadro es?

(Pregunta el cautivo)

_ ¡De la Academia! Con el mayor orgullo…

(Viggo lo gasta)

_ ¡El Capitán Frío, lógico!

(La bibliotecaria se suma a su gesto de darse calor con las manos y se burlan del hombre, que se va ofendido. Se ríen de él)

_ ¡Somos como Otlet y Lafontaine!
_ ¿Quiénes son?

(La mujer se acerca a la puerta y pone llave mientras le responde a su víctima, quien se da cuenta que desaprovechó la oportunidad de escapar)

_ Los padres de la Ciencia de la Documentación y fundadores de la Sociedad de las Naciones… podrías hacer esos personajes con Neeson. Le tendrías que dar una mano. Me parece que está en la mala ¿Viste las películas poronga que está filmando? Me pone muy triste.

(Viggo está desolado. Le contesta vencido)

_ ¿Quiere que termine ese asunto de La Tierra Media, sexo, guita o qué? Me quiero ir…
_ Lo que hablamos. Lo dejo en tus manos. Si fueras Liam Neeson ya te hubiese violado. No te ofendas, pero ya no te pareces a Barbie… sos un señor cualquiera.

(Se va y se lleva el termo del mate. Viggo, mira el lugar, lo recorre buscando ideas. Encuentra papeles fotocopiados sobe un estante. Se sienta a mirarlos. Los va ordenando sobe la mesa y luego empieza a desparramarlos en el piso, como armando un collage. La mujer vuelve y lo encuentra muy ocupado. Sonríe y le avisa)

_ Te dejo más agua caliente ¿O tenés hambre?
_ ¡No, gracias! Así está bien… no como cuando estoy inspirado.
_ ¡Cómo Helmut! Debe ser la raza aria… (El la mira con cansancio y sigue, ya de rodillas, muy atareado) Nos contó que podía trabajar hasta treinta s seis horas seguidas como en trance. Lo aprendió cuando era andinista eso del “punto de no retorno” (El no le presta atención, absorto en lo suyo) ¿Querés  una tijera?

(El se detiene de pronto, alerta)

_ Si… puede serme muy útil.
_ Claro… para recortar las figuritas de Neeson. Hace años que vengo imprimiéndolas. Me encanta la idea de hacer un collage.

(Le da una gran tijera brillante que parece muy afilada. El la mira y la toma como un arma)

_ Si, la idea es… genial. Quédese tranquila. Se exactamente lo que tengo que hacer.
_ Sos un capo…
_ Si, de la mafia rusa…

(La mujer ríe como Julia Roberts otra vez y se sienta, bostezando. Viggo mira y manipula la tijera)

_ No me gustó tanto ésa película…

(Ella termina por apoyar los brazos en la mesa y dormirse. El se le acerca como si estuviera dispuesto a degollarla, pero se detiene. Luego hace el gesto de apuñalarla por la espalda. Se da por vencido y camina hasta la salida. Le suena el celular. Se sobresalta y contesta hablando despacio, dándole la espalda a su captora para que no oiga)

_ ¿Fabián, sos vos? ¿Dónde estás? No puede ser… yo estoy ahí esperándote hace horas. Alguno se confundió, boludo. Esto no es un bar… es la biblioteca chiquita de la otra cuadra ¡No sabés lo que me pasó! ¿Estás en pedo? ¡Llamá a la policía que casi mato a alguien! En serio ¡Dale Fabián!

(La bibliotecaria hace algún ruido y él apaga el teléfono. Camina inquieto. Vuelve a mirar los papeles en el piso y se agacha poniéndose a recortar. Se olvida de escapar y va armando algo. Incluso dibuja, tirado en el piso, copado con lo que está haciendo. Al rato ella despierta y se acerca a mirar emocionada)

_ ¡Es la Tierra Media! Con cientos de elfos/Neeson!
_ ¡Si! Como siempre debió haber sido…
_ ¡Si! ¡Si! ¡Si! (Como en pleno orgasmo. El la mira de reojo, levantándose preocupado) Yes…
_ ¿Te gustó? Estuve bien… ¿No?
_ Si… nunca me había sentido así antes…

(Se miran y ríen)

_ Siempre me dicen lo mismo

(Ella Ríe como Julia Roberts)

_ La verdad, es que así me imaginé la película… es mejor todavía. Es la mezcla del libro impreso con lo que debió ser esa saga mal terminada de tu amigo Jackson… ¡Que ojala termine como Michael!
_ Dejémonos de pensar en asesinatos… la verdad es que estoy muy conforme con mi obra. Yo solía pintar…
_ Si, vi también esa película con tus cuadros… en la que matabas a la mujer de Michel Douglas. No sé que te asusta tanto de la muerte si te la pasás bajando gente en cada film…
_ Pero no es cierto… son personajes que interpreto.
_ Igual que yo…
_ ¿Era actriz?
_ Más o menos… en eso nos parecemos. A mi también me tendrían que dar el Oscar, pero me pasa como a vos. Peor, no me reconocen…
_ No me importa mucho, la verdad… pero fijate el detalle (Señala su creación), no está Aragorn ¿Viste que humildad?
_ No había fotos tuyas…
_ ¡Si! Acá hay una fotito mía en una revista de Sopa de letras…

(Le muestra, señalando una imagen minúscula que ella se tiene que acercar a ver)

_ ¡Ah! Mirá…

(Se ríen)

_ Pero no es Aragorn “el personaje”… es Viggo Mortensen.
_ Claro…
_ Bueno, igual te quedó hermoso. Habría que pegarlo en alguna pared… o acá mismo y después plastificar el piso. No sé…
_ ¿Me podría ir yendo, no? Es tarde. Capaz que Fabián está preocupado y…
_ Tenemos que jugar a la mancha si viene. De a dos es medio jodido.
_ Si, la verdad.
_ ¡Mancha venenosa! (Le tapa los ojos, como jugando para que no pueda ver) ¿Ves? Ahora te cagué. Se acaba el juego… podés andar dando tumbos por ahí, como ciego. Y aunque pudieras seguir sólo me podés alcanzar a mi. No tiene gracia.
_ No, la verdad que no. Quedamos en que hacía mi laburo…
_ Si… (Deja la llave sobre la mesa) lo prometido es deuda. Pero falta jugar a la escondida. Es generacional. Yo cuento y vos librás para todos los compa. Dale.

(Le da la espalda y se pone a contar. El la mira con asombro y sonríe. Mira alrededor y se esconde. Después se da cuenta de que puede escapar y va a la puerta. Nota que olvidó la llave y vuelve por ella. Corre a la salida y se va. En la vereda, feliz no sabe para que lado ir. Un grupo de hinchas de la barra brava de Huracán le grita)

_ ¡Actor puto! Ponete el anillo y desaparecé…

(Lo rodean y se lo llevan en andas mientras él grita asustado. La mujer sigue contando cuando la policía allana el lugar buscando a Viggo Mortensen. La captora se defiende alegando demencia. Si no están los actores que representan a los policías y a Fabián, puede ser otra escena con el detenido esposado e iluminado por la luz en los ojos, respondiendo en la seccional)

_ Yo no soy Natalia Góngora… ¡Ni siquiera soy mujer! Soy transexual. Soy Actor, Bah! O bibliotecaria… de algo hay que vivir. Natalia era un personaje que creé y le mandé a algunos, que se la dan de escritores y editores (mirando con desprecio a Fabián Casas). Por eso le mencioné a tu amigo que el día del evento “hablaba con Fernanda Laguna de “los hijos” (Le remarca “Los hijos”. El no comprende) ¡El personaje mataba a su marido y a los pibes!
_  ¿Y?
_ ¡Ni lo leyeron! Ni me vinieron a ver ni nada… (A los policías. Uno de ellos ve el cartel en la caja) ¿Se dan cuenta? ¡Ellos crearon el monstruo!

(El cana lee en voz alta, señalando y abriendo la caja)

_ “Viggo”

(Fabián Casas se enloquece y le salta encima al detenido)

_ ¡Lo Mató el hijo de puta!

(Lo sacan de encima del tipo y tratan que deje de patalear, inmovilizándolo en el piso)

_ ¡Norman! ¡Norman Bates para vos! ¡Andá a la cancha sólo, nabo! ¡Sufrí! Escribite algo…

María Elsa Rodríguez




[1] El huesped. Albert Camus.

Sunday, October 11, 2015

¡PRIMICIA EXCLUSIVA!



Michael Jackson no murió, queridos lectores.
No al menos en la fecha y lugar que se publicitó por los demás medios de comunicación para ocultar la verdad. Una verdad dolorosa (sobre todo para él, que la vivió… hasta que derivó en el mortal desenlace).
Sé que pongo en peligro mi propia existencia al confesar estos penosos sucesos, ya que la familia Jackson no dejará de desacreditarme (en el mejor de los casos). Los creo capaces de cualquier cosa… incluso de provocarme un “lamentable accidente”.
Si algo me ocurre, ésta es la prueba del delito:
Los acuso de malversación de fondos y negligencia criminal.
No quiero seguir callando. Este silencio va en contra de mis principios de verdad como periodista.
No puedo revelar mis fuentes, aunque una de ellas es el propio cadáver que fue llorado por millones de fans alrededor del mundo. No creo que él me reproche la confesión a esta altura; ya que descansa sin paz, como su patrón.
 “Yo no soy yo” me dijo el bailarín justo antes de que una turba de musculosos vestidos de policías lo arrastraran lejos de . Eso ocurrió antes del fatal desenlace mediático. Apenas pude reconocer su rostro (y no me refiero al efecto de las múltiples cirugías que se le endilgaban). Podrán reprocharme que mis entrevistados son personas de pocas palabras… pero sus respuestas lo dicen todo, y gracias a ese indicio pude recabar la información necesaria para anunciar hoy lo que se ocultó por tanto tiempo. Tras esta revelación inicial, pude saber que al verdadero Michael lo suplantaba éste a quien la gente aplaudió por años pensando que era el verdadero rey del pop.
, señores: el paliducho cadáver que tuvo una muerte asistida por el médico de Michael Jackson no era otro que su empleado. Un joven que hacía las veces de doble de la estrella para que el divo pudiera “descansar en paz” de su agitada agenda. Irónico.
La verdad es que Mike está muerto, pero por otro tipo de sobredosis no tan glamorosa, pero no menos extraña. Se sabe entre los más íntimos que su adicción a la lavandina lo perdió hace mucho…

Un allegado me relató que primero se conformaba con chapuzones continuos en su piscina llena de cloro. Pero no tuvo la paciencia de santo que ese método de blanqueamiento le hubiera demandado; así que, una tarde ingirió de un solo saque una Ayudín completa. Su cuerpo no lo pudo soportar: “Blanqueado mortal”, amigos.
Es triste que esta muerte sea tan absurda, como la que se brinda como oficial.
Lo bueno del caso sería que fue su decisión. Tal vez la única que pudo haber tomado (valga la redundancia) por su cuenta.



Pero deseo, por sobre todas las cosas, que se sepa que el verdadero homicidio y/odescuido” que provocó el deceso conocido no fue más que un tema de malversación de fondos; de “lavado de dinero” –casi podría decir si no sonara risueño (pero poco feliz en este caso)–. Podría afirmar que el médico del difunto “Number One” colocaba en la mesa de luz de la víctima número dos, ya por costumbre, lavandina barata (ninguneándolo y quedándose con los vueltos). No la sustancia que inducía el sueño, como se publicó por doquier y valía fortunas. Artilugio lleno de desprecio, criminal y sin sentido…
 ¡Vergonzoso y absurdo!
El segundo occiso ya era blanco.
Pero la familia de Michael Jackson no lo reconocerá jamás, aunque el fantasma los ronde tímidamente hasta que se vuelva zombie como en: Thriller”.



María Elsa Rodríguez


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María Elsa Rodríguez nació en San Miguel (Buenos Aires, Argentina) en 1966. Supo que lo suyo no eran las obtusas matemáticas, y que los sueños la movilizaban más que la realidad. Estudió Cinematografía, Fotografía, Bibliotecología y Archivística (áreas estas dos últimas en las que desarrolló su labor profesional los últimos años, sin dejar de seguir ampliando en talleres, su interés por la dramaturgia y la literatura). Estrenó obras en teatro, publicó cuentos y su primera novela. Desde entonces, comparte algo de su material en los sitios que administra en la Web: • https://artistinconcluso.blogspot.com/ • http://unadextranjerosenyankilandia.blogspot.com/ • http://ailaviuforever.blogspot.com/ • https://www.facebook.com/Libros-para-olvidar-la-editorial-de-los-libros-perdidos-984324104963181/