"Querida Glenda, esta carta no le será enviada por las vías ordinarias porque nada entre nosotros puede ser enviado así, entrar en los ritos sociales de los sobres y el correo. Será más bien como si


Lo lindo de ese asunto es que a Cortazar, le contestó la chica. Esa que él había bautizado para no ofender: "Glenda Garson", en: "Amábamos tanto a Glenda".
Acá hay otra historia de cartas:
"¿Qué contamos acerca de nosotros cuando escribimos cartas personales? Un hombre y una mujer que nunca se han visto se escriben cartas durante meses al cabo de los cuales ambos se sienten seducidos por el otro y deciden encontrarse. El punto fijado es la estación de Basavilbaso."
(...)
“Las cartas habían comenzado en el mes de octubre por el libro que le envié. Su respuesta fue inmediata: “He recibido su libro. El regalo es el recuerdo, no el objeto. El ‘afectuosamente’ de la dedicatoria y el desprotegido ‘María’ de la firma me comprometen a una respuesta desde el mismo lugar y rápida. Siempre esperamos respuestas. Vivir es esperar (y desesperar) respuestas”.
Así había comenzado la escritura entre nosotros. Un ir y venir de cartas que llevaba entonces muchos meses.
(…)
“No se hasta donde nos protege el equilibrio de la escritura; lo que si creo saber es que embarcarme en una aventura como la nuestra nos hace más vulnerables, más sensibles ya tal vez así, mejores personas. No puede haber culpa ni arrepentimiento, aunque si ‘miedo y como un anhelo en todo el cuerpo’. Miedo si, mucho miedo. Todos los miedos el Miedo de que se nos note la sonrisa que sobreviene con solo pensarnos y que es imposible de ocultar. Vergüenza, nada. Y el anhelo en todo el cuerpo, si. Hay un compromiso que va más allá de las cartas. Y para cuando aparezca el abismo de la necesidad de abrazos, encontraremos el donde y el cuándo; porque el cómo es el universalmente conocido”.
Laura Germano: "Estación Basavilbaso". Buenos Aires (edición de la autora).
ISBN 978-p87-05-3884-4
No comments:
Post a Comment