

Faltan los 3 Reyes Magos... porque siempre me despreciaron, como la Fama y la Fortuna. Pero en ellas es explicable, ya que son mujeres.
Tal vez, ellos tampoco entendieron mis cartitas porque hablan otro idioma...
¿No tienen un secretario que les traduzca?
¡Qué ineficientes!
En: “La palabra mágica”, Silvia M. Pardo, reflexiona acerca de las palabras y lo hechizos que fueron cambiando con el tiempo, igual que los cuentos...
“¿En cuántas oportunidades aquellos conjuros se encargaron de beneficiar o castigar a bondadosos e impíos o de imprimir la confianza necesaria al héroe en un paso trascendente?
El poder de la palabra como generadora de actos de magia se ha manifestado desde el nacimiento de la literatura y ha mantenido su vigencia hasta nuestros días. El motivo de esta permanencia debemos buscarlo, tal vez en el lugar privilegiado que la palabra ha ocupado desde siempre en la vida de la humanidad. (...) La magia conduce invariablemente a un solo fin: la transformación. La palabra mágica vehiculiza el propósito deseado y en él metamorfosea la realidad.
(...) Dice Jean Paul Sartre: ... “para el hombre, las palabras están domesticadas, para el poeta, continúan en estado salvaje (...) para aquel, son convenciones útiles, para el segundo son cosas naturales que crecen sobre la tierra.”
Pero lo mejor es notar que mientras los poetas siguen sembrando, y los magos andan ocupados en otros barrios... las brujas tampoco tienen paz:
“La bruja Mon
necesitaba un reloj
lo quiero sumergible
_pensó_
... con cronómetro y alarma;
que de las horas,
los días
el mes y el año.
Sacó su varita mágica
Y dijo las palabras secretas.
Entonces, delante de la cueva
Apareció un reloj de sol (...)
_ Mi varita es tan vieja
que solo fabrica antigüedades...”1
Los relojes son objetos muy jodidos...
1 Pilar Mateos: “La Bruja Mon”, SM, Madrid, 1988.
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