“Gracias por la música” decía la rubia de ABBA…“Gracias por las noticias”, digo yo, desde el 1° de enero de 1986…
cuando vi en la tele post dictadura, el primer programa desacantonado, el que inventa el lenguaje televisivo que hoy aburre. La actualidad es lisa y llanamente burda y está protagonizada por gente inexplicable. En esta escalada “de naturalidad y desinformación”, se pierde casi cualquier intento de seriedad en lo que se brinda al público. En ese otro momento, se experimentaba y se apuntaba a que: “con la Democracia se come y se educa”. Desde cualquier ámbito, incluso la TV.
Este ciclo nace de la conjunción de dos ideas “que sonaban parecidas”. Por un lado Adolfo Castelo y Raúl Becerra, por el otro: Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya. En la televisora estatal, Carlos Montero aconseja que ambos grupos creativos discutan sus propuestas, para lograr un producto único: “O se pelean para ver quien es el más fuerte o se juntan.”
Ellos se complementan de inmediato, aliándose. Pero el directorio del canal cuestiona a Castelo y Becerra… quienes son salvados por Guinzburg: “con lógica elemental: Si son amigos míos, no pueden ser fachos.”
“La novedad más importante del ’86 por su fértil descendencia es La Noticia Rebelde (…) Serán tres años donde quedarán sembradas las semillas para nuevos ciclos. Este es precisamente el curso de ingreso a la carrera mediática que los políticos cursarán con creciente aplicación en los años de Menem por venir. El segmento de Los Congresales (las interminables sesiones que desde el Congreso transmite ATC) se convierte en inesperada fuente de celos y vanidades para los legisladores, que se pelean por ganar espacio cuando se enciende la luz roja.
“Los diputados rebeldes somos nosotros (dice Becerra) y el resto son diputados de verdad. Peni y Palomares levantan las verdaderas sesiones y después las intercalan con lo que decimos en un Congreso simulado. Un día, grabando, me llama aparte Marcelo Stubrin y me dice: “Mirá, Raúl, he estado leyendo el guión y he observado que Manzano tiene más letra que yo”, ¡Cómo si fueran dos actores! “Tené en cuenta que cuando grabamos en el Congreso esa secuencia en la escalinata donde vos y Manzano juegan a las figuritas con expedientes, ahí vos tenés más letra que él. Así que se justifica”, le contesté. Jaroslavsky tira flechitas con una gomita, Storani levanta pesas y muchos diputados nos llaman para participar.”
Sin embargo, tal vez el bloque más temido sea el del reportaje. “La gente tenía miedo de ir (piensa Jorge Guinzburg), pero lo vivía como un gran desafío. Era como sacar patente de listo haberse bancado el reportaje de La Noticia Rebelde. La entrevista era muy agresiva, con una primera pregunta para romper el cubito que era terrible. Hoy me daría vergüenza.”
Otra sección muy recordada es Los corresponsales, donde Becerra y Repetto, disfrazados los dos de soldados de la Primera Guerra, libran una lucha entre la Municipalidad y la basura, con la participación de la concejala Adelina Dalesio de Viola.
Pero no todos están tan agradecidos y se sienten igualmente halagados por el programa. “Silvio Soldán nos quiso cagar a trompadas (apunta Becerra), porque estábamos eligiendo el mejor quincho de Buenos Aires y siempre encabezaba el ranking él. No aguantaba que cada vez que entraba a conducir Domingos para la juventud le gritaran miau. Ahí tomamos conciencia del daño o la maldad que podíamos causar y aligeramos ese tipo de jodas.”
Aquí también se editan fragmentos de programas vistos con anterioridad -que años después industrializarán años videos de Miguel Rodríguez Arias, Perdona Nuestros Pecados (PNP) y Caiga Quien Caiga (CQC)-, y en Pasando revista diseccionan con humor las contradicciones y papelones de la prensa escrita. (…) El programa (que en diversas épocas cuenta también con la participación de Fernando Salas, Lalo Mir y Juana Molina) comienza a languidecer con el alejamiento de Gunzburg y Becerra en 1988.
La era de La Noticia Rebelde terminará un año después.
La fórmula de La Noticia Rebelde, según Castelo, copiada en estados Unidos y España, terminará por volver obsoletos a los humorísticos tradicionales que todavía no han percibido las modificaciones que empiezan a operarse en su propio terreno.”[1]
[1] Ulanovsky, Carlos. En: "Estamos en el aire" de Editorial Emece. ISBN10: 9500427737 ISBN13: 9789500427739
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