Automáticamente recordé a dos personas. Una está esperando que la muerte lo lleve pronto “a vivir siempre con ella”, como cantaba Fito Páez. El otro, Fito Castelo, ya está justamente en el más allá… pero dio pelea hasta el último minuto. Y, de alguna manera, sigue estando acá. Mientras mi amigo se subía al tren, con su pelo blanquísimo como el de Adolfo Castelo, que me mira pícaro desde esta foto, cada vez que prendo la PC, volví pensando en lo desparejos que son los sentimientos.
En su programa: "Mirá lo que te digo", de Radio Mitre, cada vez que Halperin, María O' Donell, Gillespie, Palacios o Lorena Maciel leían una noticia cualquiera, como por ejemplo: “Escapó un león de un circo en Dinamarca y su adiestradora…” Castelo hacía un brevísimo silencio para luego comentar con una veracidad pasmosa, que él había tenido una novia turca que adiestraba leones. Por supuesto, lo había hecho realizar proezas insospechadas y finalmente, la relación se terminaba por insalubre. La historia podía terminar en ese primer relato o seguir a lo largo de la emisión sumando las demás noticias que iban llegando a la radio, covirtiéndose en un cambalache. Uno terminaba a veces, sin recordar como había empezado todo.
Cada día, lo mismo… pero diferente. La cuestión, es que a pesar de tener tantas novias, Adolfo a mi me dijo: “No". Y luego aclaró: " porque usted me difama.”
Esto, tras leer el mail que envié para la consigna del día. Me refería a una nota de su revista “TXT”, en la que reporteaba a su amigo-hermano Jorge Guinzbug, a quien parecía estar levantándose más que elogiar. De todas formas, aunque me hirió el corazón, con su rechazo de entonces, me dio el premio del día, consistente en una cena en una parrilla cercana a mi casa, que hoy ya no existe. Todo cambia.
Lo que me molesta, es este asunto de que en el amor siempre estemos desparejos. Castelo lo describía más o menos así: Cuando a una mina le interesa un señor, este está ocupado atendiendo a otras chicas. Si finalmente decide enamorase de ella, ya es tarde, porque ya estará mirando a otro fulano.
Es verdaderamente molesto… ¡A ver si sincronizamos los relojes, muchachos!
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