"Cada hoja es todas las hojas del innumerable Arbol de los Relatos"
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Thursday, June 11, 2009

"El mate compartido mide horas vanas"

"El reloj que surgió para ayudar al hombre, se ha convertido hoy en un elemento para torturarlo..." dice Don Ernesto, más abajo ("EL paraíso mecanizado").

Otro que no estaba en desacuerdo con esta teoría, ya unos siglos antes... era Jonathan Swift. En los Viajes de Gulliver, describe detalladamente el informe que los liliputienses que lo registran hacen para su majestad:

"Había dos bolsillos en que no pudimos entrar: los llamaba él sus bolsillos de pretina, y eran dos grandes rajas abiertas en la parte superior de su media cubierta, pero que mantenía cerradas la presión de su vientre. Del de la derecha colgaba una gran cadena de plata, con una extraordinaria suerte de máquina al extremo. Le ordenamos sacar lo que hubiese sujeto a esta cadena, que resultó ser una esfera la mitad de plata y la otra mitad de un metal transparente, porque en el lado transparente vimos ciertas extrañas cifras, dibujadas en circunferencia, y que creímos poder tocar, hasta que notamos que nos detenía los dedos aquella sustancia diáfana. Nos acercó a los oídos este aparato, que producía un ruido incesante, como el de una aceña. Imaginamos que es, o algún animal desconocido, o el dios que él adora; aunque nos inclinamos a la última opinión, porque nos aseguró -si es que no le entendimos mal, ya que se expresaba muy imperfectamente- que rara vez hacía nada sin consultarlo. Le llamaba su oráculo, y dijo que señalaba cuándo era tiempo para todas las acciones de su vida."

"EI paraíso mecanizado"

"Los Estados Unidos son el resultado directo y puro de la expansión europea, que pudo realizarse sin trabas espaciales ni tradicionales en el vasto territorio virgen de la América Septentrional. Allí surgieron de la nada ciudades, que desde su mismo origen tuvieron el sello de la cantidad y del funcionalismo. Así se convirtió en el país de las fabricaciones en serie, de las diversiones en serie, de los asesinatos en serie: hasta las románticas bandas de forajidos sicilianos se convertían en sindicatos capitalistas.
Hombres que habitan en "maquinas de vivir", construidas en ciudades dominadas por los tubos electrónicos, han inventado esa extraña ciencia que se llama cibernética, que rige la fisiología de los "cerebros electrónicos" y que, en días próximos, servirá para controlar los ejércitos de robots. En ese país no sólo se ha llegado a medir los colores y olores sino los sentimientos y emociones. Y esas medidas, convenientemente tabuladas, han sido puestas al servicio de las empresas mercantiles. En un libro titulado Cómo anunciar para vender, de W. B. Dygert, aparece una tabla en que se clasifica entre 0 y 10 el poder de atracción de los anuncios, según los sentimientos que utilizan:

Hambre: 9.2
Amor a los hijos: 9.1
Atrancción sexual: 8.9
Afecto a los padres: 8.9
Respeto a Dios: 7.1
Cordialidad: 6.5
Temor: 6.2

Los medios se transforman en fines. El reloj que surgió para ayudar al hombre, se ha convertido hoy en un instrumento para torturarlo. Antes, cuando se sentia hambre se echaba un mirada al reloj para ver que hora era; ahora se lo consulta para saber si tenemos hambre.
La velocidad de nuestras comunicaciones ha valorizado hasta las fracciones de minuto y ha convertido al hombre en un enloquecido muñeco que depende de la marcha del segundero.
Los teóricos del maquinismo sostuvieron que la máquina, al liberar al hombre de las tareas manuales, dejaría más tiempo libre para las actividades del espíritu. En la práctica las cosas resultaron al revés y cada día disponemos de menos tiempo.
Los patronos, o el Estado Patrono, buscaron la forma de aumentar el rendimiento mediante la densificación de la labor humana: cada segundo, cada movimiento del operario, fue aprovechado al máximo, y el hombre quedó finalmente convertido en un engranaje más de la gran maquinaria.
No nos engañemos sobre la posibilidad de escapar a este destino, mientras subsista la mentalidad maquinista. Si en muchas regiones no se llegó aún a estos extremos es, simplemente porque no hubo el tiempo suficiente. Este es el caso de la India, la China y algunos países de Sud América, en que el tiempo sigue corriendo "naturalmente", porque esa mentalidad no ha llegado a dominar todavía en forma total. Aquí mismo en nuestra campaña, en algunas provincias andinas o serranas, impera aún ese sentido feudal del tiempo y del ocio, en que los hombres se rigen por el ritmo natural de los astros y estaciones:

y somos desganados y criollos en el espejo
y el mate compartido mide horas vanas,


dice Borges. Yo mismo todavía recuerdo lo que era la pampa de mi niñez, la diferencia entre nosotros los europeos y los "hijos del país", para quienes el tiempo no existía sino para "matarlo", para vivir tranquilo y despreocupado, para maldecirnos a los gringos que habíamos venido con nuestras fábricas y relojes.
Pero todo esto son restos menguantes de una época condenada. Los versos de Borges son más la expresión de su romántica añoranza que de su realidad, porque él mismo vive en la enloquecida Buenos Aires y toma té. En nuestras grandes ciudades desapareció ya esa sensación del tiempo cósmico: nuestros altos edificios nos impiden seguir el crecimiento y el decrecimiento de la luna, la marcha de las constelaciones, la salida y la puesta del sol."

Ernesto Sábato. De: "Hombres y engranajes"

Friday, May 01, 2009

Relatos aterradores

Tanto nos han asustado con “cucos, brujas, ogros… una araña, una buena víbora”, que con el tiempo, algunas personas llegamos a creer que la peor pesadilla puede estar en nuestra propia casa. No hablo de lo que decía Dolina: “La vecindad con personas poco recomendables (que equivalía al verdadero infierno), sino a los miedos. Mi hijo, cuando era un hijito adorable, temía a algo que se encontraba al final del pasillo, tras una puerta antigua que llevaba a la terraza. Infinidad de veces, traté de ver en esa hermosa puerta (o tras ella), algo que me asustara a mi para entender que le molestaba de semejante obra de arte. Ya sabemos que soy una persona insensible, por lo que era obvio que no podía comprender al mocoso para darle la razón. Una noche de tormenta, noté que se oía un zumbido que venía ni más ni menos que del sitio del que Brian tanto perjuraba. Buéh!… Resulta que el postigo de otra puerta que estaba al final, final del pasillo (trasponiendo la que parecía esconder algo aterrador), se hallaba suelto. Lo arreglé y dejó de moverse con las brisas nocturnas, logrando que el niño creyera que el superhéroe que él dibujó para que lo proteja, había doblegado a los viles monstruos que el pasillo escondía dentro al llegar la oscuridad.
Pero para lo que sigue, la verdad, no tengo explicación científica. Lo cual me alegra mucho, ya que el hecho de ser madre me convirtió en una especie de “refutadota de leyendas” que no vive en el barrio de Flores, como los que abominaba Alejandro Dolina…
Igual, a mi me parece que estaba hablando de las mujeres:

“RELATO"

"A las camisas que más quiero les pasan cosas que a otras ropas jamás. ¿Cómo puede ser? A partir del instante en que deseás una camisa, pero la deseás más que a las demás, sucede algo increíble.
Al cerrarse el ropero muchas otras camisas, que te han acompañado durante dos años, comienzan a reunirse hablándose unas a otras a través de las perchas de cable. Estas perchas no son otra cosa que antenas de comunicación. Por lo general, estas camisas trabajan junto a las corbatas como aliadas. La técnica es simple: esconder, maltratar o ensuciar a la nueva camisa, a la favorita.
Cuando uno se dice: por Dios, ¿quién me hizo esto en la camisa?, no ha sido nadie.
Nadie entró y te rompió o quemó o manchó la camisa. Pero si mirás atentamente el ropero vas a ver que el resto de la ropa está corrida levemente hacia la izquierda. Bien. Eso lo hicieron las otras. Se corren y desde ahí disparan. ¿Cómo la manchan? Bueno, simple. Muchos roperos tienen un sitio para los zapatos. Las camisas y los zapatos van de la mano y los zapatos son los encargados de esparcir la tierra, el barro o incluso la caca.
He llegado a descubrir una camisa casi sin cuello, encontrarlo carcomido, o sin ballenitas o bien sin los gemelos y lo peor… el estrago mayor: sin la marca, como si de un soldado degradado se tratase.
Las camisas de colores son las peores. Envidiosas, perversas y rencorosas. Saben que pasarán de moda y pretenden morir no sin antes llevarse a varias blancas con ellas.
Las blancas, débiles y sutiles, están casi dispuestas a morir como ovejas.
Las camisas viejas son inteligentes, quiero aclararles. Y a tal punto de sofisticación han llegado que el 90% de los insecticidas para polillas no son otra cosa que el desprecio de las camisas hacia los bichos al mismo tiempo que el encuentro con una forma perfecta, un crimen perfecto con un culpable perfecto: esas mariposas que Dios castigó con el gris pálido y el marrón ceniza.
Mi consejo. Cuidado con demostrar cariño por una y no por todas.
Cuidado con aquellas de cuello chico…
Cuello chico… mente grande.
Ropero chico… infierno grande.”

Roberto Petinatto: “Entre la nada y la eternidad”, Ediciones B, 2006.


Sunday, November 30, 2008

Lo que le pasó a Natalia...



La última vez que vi a Natalia, la traían como a “Hannibal Lecter”, esposada y entre dos enfermeros o policías, no sé. Me encandilaba un poco su mameluco rojo de presidiaria yanki. Tenía una campera imaginaria, algo caída a mitad de brazos, que dificultaba sus movimientos y contra la que luchó hasta último momento. Gritaba: “¡La campera, la campera! ¿Me acomodás la campera?” a los tipos que la dejaron ahí. Y seguía: “Ni bola que me dan... ¡Ya van a ver!... Le voy a contar al Juez, que no es mi amigo...” Hizo una pausa. “¡Se ríen!... escucho voces...” decía como extraviada.
Luego, empezó a hablar un poco más calmada, mirando hacia un lado, como si alguien estuviera allí para escucharla: “Querido Sr.Juez”... dudó, por un instante y prosiguió firme: “¡No!: Sr. Juez, a secas. Yo juré decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y usted me juzga”. Miró alrededor, ofendida: “¿Se ríen? Todos se ríen de mi discapacidad... bueno: SE REIAN. Porque antes yo era gangosa. Pero al final fui a un foniatra que me curó”. Volvió a detenerse para quejarse (sin dejar de hablar como una gangosa en ningún momento): “¿Se ríen?. Lo que no me curó son las voces en mi cabeza, escucho voces en mi cabeza... pero suenan claritas. No son gangosas”. Estuvo otro momento, como perdida en su mente, y después agregó: “¿Podés subir la radio así nos reímos todos?” gritando hacia afuera, furiosa a los que la depositaron en ese sitio. “La gente es mala”, afirmó convencida y siguió:
Ahora se ocupan de juzgarme... ¡Pero ya me habían juzgado antes! ¡Por gangosa!”. Comenzó a lloriquear y a enfurecer: “¡Miserables!... ¡Qué calor! ¡La campera!... ¿Me sacás la campera?”. Y tras eso se revolcó furiosa tratando se sacársela, como si realmente la sintiera y le atara las manos, sin reparar en que eran las esposas las que la aprisionaban “ensigo” misma. Cayó al piso de rodillas y se calmó, resignada: “Yo no quería, Sr. Juez, pero les hice un favor... porque al gordo de mi marido no le entraba en la cabeza... ¡Ni un sombrero le entraba en la cabeza al cabezón!”. Le dio, entonces por golpear el piso como si estuviese ahí el muy infeliz. “¡Já!.¡Gil!... ¡Reíte ahora, cabezón! ¡Reíte, gordo chancho pedorro!... ¿No ves que la gente se reía de vos también?”.
Su voz se hizo grave, imitando la de un hombre no gangoso: “Correte gordo, que hacés eclipse”, le decían los amigos cuando el pelotazo se les paraba delante de la luz y tapaba todo con la cabezota... ¡Pedazo de imbécil!”. Y volvió a cargar contra el piso hasta que se agotó e hizo una pausa, suspirando. Después aclaró: “Gracias a mi, ahora no se ríen más del gordo... del pobre gordo. ¿Ahora se dan cuenta que era pobre? ¡Si nunca tuvo un mango el boludo... ¡Y se reía!”. Golpeó nuevamente al gordo inexistente que yacía inmóvil en el piso. “¿De qué te reís? Mirá como me dejaste el piso todo ensangrentado, desgraciado”. Resopló, indignada: “¡La campera!”. Imploró mirando otra vez afuera: “¿Me desenrollás la campera?¿Te reís? ¿De qué carajo te reís? Los amigos del gordo no se ríen más de mi... y los nenes tampoco”. El relato comenzó a ponerse interesante, pensé: “...primero se reían también... después se ponían a gritar, con sus vocecitas chillonas
Su voz amenazante, increpó: “¿Por qué llorás?”. Tras una breve transición, continuó para si y luego para ellos: “Yo no se por qué los pendejos son tan indecisos... Soy mami... ¿De qué te asustás?”.
Ya no les prestó más atención ni al juez ni a los carceleros abandónicos, sino a sus pequeños: “les hice un favor... los destrocé para no traumatizarlos”. Se calló la boca un instante y se justificó del todo: “Después la psicóloga me iba a echar la culpa a mi... porque la culpa siempre la tiene la madre...”

Terminó de reflexionar por fin, anunciando: “A mi todos me juzgan... Y yo escucho voces”... luego se tapó los oídos, como si los oyera: “Eran gangositos, también, les quería hacer un favor... ¡Cállense!”. Se acurrucó en el piso, con angustia: “¿No se van a callar?... ¿No ven que la gente se reía de los gangositos?... ¿No entienden?... ¿Me juzgan también?
¿Me juzgan?
¡Desagradecidos!”

No me miren así... yo no soy Natalia Góngora, ni una asesina “gangosa” como ella. Lo repito, yo “no soy gangosa”.
Lo que me liga a ella es ese desagrado que me provoca la gente que se ríe cuando una está explicándoles algo, por ejemplo...
Y si, yo también tengo lo mío... ¿Por qué negarlo?
Los cargos que pesan en mi contra no son moco de pavo, tampoco.
¿Qué?
¿SE RIEN?

María Elsa Rodríguez

Wednesday, October 18, 2006

Hojas de Elba


El conocido escritor Isidoro Blaistein, cuenta que en la época en la que no le tenían fe... a él, un conocido muy molesto que merodeaba por su estudio con la excusa de que era conocido de algún familiar, se sorprendió gratamente al descubrir una caja rotulada: “Descartes”. El tipo, quien parece que se consideraba reculto, sospechó que estaba repleta de las obras del famoso francés. Pero, eran nomás lo que descartaba el joven Isidoro de su propia obra inicial. Como esta anécdota le dio, buen resultado, aún sigue aconsejándole a sus alumnos que conserven lo que hoy les parece descartable, ya que con el paso del tiempo y una nueva mirada, puede ser semilla para una futura obra.

"No hay nostalgia peor... que añorar lo que nunca jamás sucedió"


Siguiendo en la línea del fracaso congénito y perpetuo... pero tratando de hacerle caso a uno que sabe... sigo rebuscando entre cajas. Vaya este introito alusivo a modo de presentación informal de este montón de cosas que se juntaron desde el 2003, durante mi peregrinaje por productoras, radios y revistas, buscando a la “Fama y la Fortuna”, que, como ya es sabido, no me abrieron la puerta... en la oficina de Guinzburg ni picaporte hay...
En este viaje, cargué con “Elba”, mi personaje “muleto/ multipropósito”. Estaba pensado originalmente para Laura Oliva, que iba a hacer un programa con el Sr. Jorge G. (antes mencionado). Pero eso no se dio y me lo fui quedando yo, para pasearlo por entrevistas donde indefectiblemente nos confundían. Es que a la larga, nos fuimos mimetizando, esquizofrénicamente hablando...
La idea era contar como no logro triunfar por culpa de ella. Soy su biógrafa permanente, de cuerpo presente. Como se fueron poniendo de moda las biografías de famosos... no me sale la segunda parte, pero no puedo estar en todo.


TRIBULACIONES Y LAMENTOS DE MARIA ELSA
" ¡ ELBA SE APODERO DE MI !"

"Todo lo que Elba quiere" es ser otra Juana Molina, pero si no lo ha hecho, es por Chunchuna... ¡Pobre!. Imaginense lo que sería tener dos así. Nosotras sabemos lo que una madre enojada puede traumatizar... nos. Desde aquella fatídica tarde, siento que "Elba me vive a mi", como yo pretendo algún día vivir de ella... Es como el bicho que yo no puedo ser.
A mi me atormenta la idea de ser como la semilla de bambú que tarda siete años y, de golpe, en siete días se convierte en árbol gigante... ¿En qué etapa de la analogía estaré?. Elba, libre de dudas, simplemente opina: “ya se que estoy grande y todos me dicen que siente cabeza... ¡Pero si ni la vertical me sale!”
Ella es así... pero debe tener razón. A Isaac Asimov no le publicaron las primeras treinta y cinco obras y no desanimó. Pero esperar siete años... Elba dice que ella, de todas maneras, no los está contando.
A la corta edad de seis años vi: "Isadora" (con Vanesa Redgrave). Ella decía que cualquiera podía bailar... y ahí nomás me puse a danzar y girar como las nenitas que lo hacen junto a ella, entre las que no me cabe duda que está su hija (la actual esposa de Neeson...). Como mi mamá me retó, seguí "giraquetegira" afuera, con tan mala fortuna que me llevé por delante la casa... A mi me quedó esta tremenda marca en el rostro, y un odio feroz por mi vieja, que todavía me volvió a retar (¡Ahora porque estaba haciendo bochinche!). A Elba, simplemente, le quedó el cerebro así.
Yo aspiro a hacerme algún día la cirugía plástica para corregirme esta cicatriz que cargo con pesar... y "Ella" quiere que nos la pague La Redgrave ó, en su defecto, que nos mande el yerno, para vengarnos, porque desde que lo vimos en "Big Man", Liam no nos deja dormir. Bueno, a Elba (pero ella me despierta a mi). Somos dos partes de esta misma "bola de manteca humana". Ella sabe que "esa familia tiene algo personal contra nosotras", y que Hollywood le hace mal... pero aún así lo ama.
Y por ahí, tiene razón, si yo ya no me preocupara tanto, ni siquiera por saber que pasó con mi hermano (el de ella, simplemente se quedó atrapado en una película de Almodovar), dejaría de pensar en si me crece pronto el arbolito de marras... lo único que se me ocurre es que el golpe, a mi me activó la memoria para siempre, por lo que Vannessa, en realidad le debe a Elba la cirugía y a mi la malasangre.
De todas maneras y contra todos mis principios, espero que se le cumplan los pronósticos, a la "filófofa" esta. Escuché en una canción que "todo lo que Elba hace es mágico". Hasta Los Beatles lo dicen (y yo soy fan): "¿No es Elba dulce?"

María Elsa (Elba G. de G.)

Thursday, July 20, 2006

Los hombres apuestos son muy jodidos...


En esta foto, estaba con unos jóvenes artistas que conocí en un parto. No querian que publique algo más reciente, porque el muchacho, se puso realmente guapo... y ya sabemos lo que pasa. Los hombres son así. Me recordó un texto de la época de: "Episodio I", la saga de "Star Wars". Yo le mandaba estas cosas a Guinzburg, y él se reía y no me dejaba triunfar. Por eso, es lo que yo decía:

LOS HOMBRES APUESTOS SON MUY JODIDOS, A VECES

"Hombres que no me aman... ¡Están creando un monstruo!
(Laura Oliva, filósofa contemporánea)


Digo esto, porque me ha tocado vivirlo en carne propia, por no haber sido "la chica de la película", la doncella... parece que no di el "fisique du rol". Yo también, de joven, quise ser bella, alta y rubia... pero como no logré los primeros dos pasos de mi objetivo, no pienso desmoralizarme a esta altura (cuando se me antoja, de caprichosa nomás, ser joven). Me tiño el pelo de amarillo y listo. Una de tres. Algo es algo. Pero eso es, justamente lo que me critica mi terapeuta, que me conformo con poco, que le temo a mi grandeza...

Lo que ella no entiende, y por eso me ofendo con los hombres en general (y en civil también), y con los guapos, sobre todo, es porque si hacemos una línea de tiempo desde que tengo ocho años hasta los treinta y pico, cuando finalizó mi apasionado romance con Michael Douglas (lo de apasionado es de mi parte, claro, porque creo que él nunca lo llegó a saber..., pero de todos modos me engañó con toda mina que se le cruzó, y se inventó eso de su "adicción al sexo". Lo que me confirma que es el más capo de todos, el rey del verso, como a mi me gustan... Lo que rebalsó el vaso y me hizo replantearme nuestra bella relación, es que no solo ya no nos vemos por la tele (con el verso ese de que no están dando "Las Calles de San Francisco" porque hay programas más nuevos), lo que me jode es que el tipo se casó con otra mina... ¡Que es extranjera como yo lo soñé, pero es OTRA!

Así que por despecho (y si lo comento es porque sucedió una madrugada cuando amamantaba a los mellizos, lo que me provocó el asunto este del "alicaimiento y reducción" de mis otroras "flor de lolas"), me enamoré del primer tipo pintón que pasó por mi pantalla... que no era otro que Liam Neeson. Y ni siquiera me importó que fuera a la carrera y en pollerita.

Y, ahora que estoy en la madurez de mis días... (porque la psicóloga de marras, a quien con gusto cambiaría por la "Dra. Diu"), me dice que la adolescencia llega hasta los treinta y cinco años nada más... reconozco que Liam ha sido "mi musa inspiradora" (aunque después el resentido de mi marido me aclaró lo de la pollerita, hacía de escocés el tipo), y lo de la calma y la tranquilidad, debe estar por llegar, calculo, porque a mi me sigue intranquilizando, el hombre... aunque ya está mostrando la hilacha, el vil. Ya no se me aparece como antes cada vez que prendo la tele...(¡Igual que Michael!), y estoy bastante preocupada, en realidad, porque al que si se le aparece seguido es a mi marido... ¿Se me estará "aputando" el superhéroe?. En eso, la verdad, no se parece a Michael, pero es lo que me faltaba, la última muestra de la mala voluntad que me tienen los tipos... Y no quiero seguir "ahondando" porque para mi este asunto es algo demasiado profundo, y no hace más que recordarme que los hombres apuestos son muy jodidos, a veces...

About Me

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María Elsa Rodríguez nació en San Miguel (Buenos Aires, Argentina) en 1966. Supo que lo suyo no eran las obtusas matemáticas, y que los sueños la movilizaban más que la realidad. Estudió Cinematografía, Fotografía, Bibliotecología y Archivística (áreas estas dos últimas en las que desarrolló su labor profesional los últimos años, sin dejar de seguir ampliando en talleres, su interés por la dramaturgia y la literatura). Estrenó obras en teatro, publicó cuentos y su primera novela. Desde entonces, comparte algo de su material en los sitios que administra en la Web: • https://artistinconcluso.blogspot.com/ • http://unadextranjerosenyankilandia.blogspot.com/ • http://ailaviuforever.blogspot.com/ • https://www.facebook.com/Libros-para-olvidar-la-editorial-de-los-libros-perdidos-984324104963181/