Salí de mi casa y crucé la calle a comprar mandarinas. Cuando era chica, hacía la misma cantidad de pasos para treparme a uno de los tres enormes árboles que se ven detrás de esos niños que éramos, para comerlas “en vivo y en directo”.
El flaco que atiende la verdulería, se rió de semejante recuerdo, ya que no puede creer que existan “árboles” de mandarinas (Si, nene... "y cielos de mermelada"). Las sospecha, colgando de arbustitos o tal vez, pastos altos… (le hice notar que traen unas hojitas verdes, a veces). Tomé conciencia de la edad del mocoso… y, lamentablemente de la mía.
Aunque no se si eso tendrá que ver. Un marido que yo tenía, también descubrió con espanto, que las papas tenían tierra (¡Porque venían de debajo de la misma!), cuando me vió sacar lo más campante unas cuantas de “la quinta”. Mi papá, me dijo que era un perfecto pajarón… pero yo no le di importancia en ese momento.
De cualquier forma, la nostalgia (como el amor) puede estar a la vuelta de la esquina, muchacha.
Transcribo en tres partes, el prólogo de: “Viaje a los mundo imaginarios”, que Sábato escribió además de hacer la selección de los relatos clásicos que lo alegraron en su juventud:
“Querida chica, querido chico:
Un atardecer de otoño me encontraba solo en mi biblioteca, casi recostado en un sofá, soñando con tiempos pasados. Ocasiones en que uno se abandona y se deja llevar por los recuerdos, como si se estuviera en una balsa a la deriva en un río vasto pero apacible, en esa hora mágica que sigilosamente precede a la noche; aparecen entonces figuras un poco indecisas de compañeros de nuestros días más remotos, hechos muchas veces insignificantes que no se sabe en virtud de qué mecanismo acuden a la memoria _modestos fantasmas del mundo muerto_ , invencibles nostalgias, rostros que quisimos, algún pequeño arroyuelo de nuestra niñez, visiones de la infinita estepa pampeana de aquel tiempo, pájaros volando sobre sus lagunas como espejos coloreados en el crepúsculo.”
Además, “traduzco” la dedicatoria que le escribió Don Ernesto a su vecino (mi suegro) cuando fue a cambiarle el aparato de aire acondicionado de su estudio:
El flaco que atiende la verdulería, se rió de semejante recuerdo, ya que no puede creer que existan “árboles” de mandarinas (Si, nene... "y cielos de mermelada"). Las sospecha, colgando de arbustitos o tal vez, pastos altos… (le hice notar que traen unas hojitas verdes, a veces). Tomé conciencia de la edad del mocoso… y, lamentablemente de la mía.
Aunque no se si eso tendrá que ver. Un marido que yo tenía, también descubrió con espanto, que las papas tenían tierra (¡Porque venían de debajo de la misma!), cuando me vió sacar lo más campante unas cuantas de “la quinta”. Mi papá, me dijo que era un perfecto pajarón… pero yo no le di importancia en ese momento.
De cualquier forma, la nostalgia (como el amor) puede estar a la vuelta de la esquina, muchacha.
Transcribo en tres partes, el prólogo de: “Viaje a los mundo imaginarios”, que Sábato escribió además de hacer la selección de los relatos clásicos que lo alegraron en su juventud:
“Querida chica, querido chico:
Un atardecer de otoño me encontraba solo en mi biblioteca, casi recostado en un sofá, soñando con tiempos pasados. Ocasiones en que uno se abandona y se deja llevar por los recuerdos, como si se estuviera en una balsa a la deriva en un río vasto pero apacible, en esa hora mágica que sigilosamente precede a la noche; aparecen entonces figuras un poco indecisas de compañeros de nuestros días más remotos, hechos muchas veces insignificantes que no se sabe en virtud de qué mecanismo acuden a la memoria _modestos fantasmas del mundo muerto_ , invencibles nostalgias, rostros que quisimos, algún pequeño arroyuelo de nuestra niñez, visiones de la infinita estepa pampeana de aquel tiempo, pájaros volando sobre sus lagunas como espejos coloreados en el crepúsculo.”
Además, “traduzco” la dedicatoria que le escribió Don Ernesto a su vecino (mi suegro) cuando fue a cambiarle el aparato de aire acondicionado de su estudio:
“Para Augusto, gracias y otra vez traiga por lo menos un destornillador
E. Sábato"
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