¿Quién lo tiene a Viggo Mortensen?
(DNDA: 000289930-Exp.
5257668-9/10/2015)
Los hombres que comparten los mismos
dormitorios,
ya sean soldados o prisioneros,
contraen un lazo extraño
como si, al quitarse las armaduras,
se hermanaran cada noche por encima de
sus diferencias
en la vieja comunidad del sueño y el
cansancio.[1]
Este relato es una visión
personal de una realidad inexistente… un secuestro raro. La víctima no huye (lo
intenta, es cierto, pobre hombre) pero con poca convicción en tres fallidas
ocasiones.
Viggo Mortensen, ataviado con
su camiseta de San Lorenzo de Almagro entra tranquilamente a una minúscula
biblioteca del barrio de Boedo, que casi es un armario y una serie de espejos
que lo reflejan, creando el efecto multiplicador de los estantes (casi como un
laberinto). Hay una mesa en la sala de lectura y una gran caja de cartón en un
costado. La fea bibliotecaria que se encuentra tras el mostrador lo encara como
si estuvieran hablando desde antes:
_ ¡Helmut, ‘tas igual!
El sonríe amable, sin
entender y contesta para zafar:
_ See…
_ Por lo menos esta vez no
negás tu identidad…
Ella ríe sonoramente “como
Julia Roberts” en “Mujer Bonita” y él comienza a dudar de su decisión de entrar
a ese sitio. La mujer continúa:
_ Cuando le pregunté “al pintor
de los hielos” si era Viggo Mortensen, me retrucó: “¿Ese quién es?”. Pero se volvió y agregó sonriente: “yo de acá me voy a la cancha de Boca”. Así
que sí sabía quién eras… seguro le preguntan siempre al tipo.
_ Capaz…
_ ¿Pero sabés quién es, no?
_ No…
_ Te lo dije la otra vez… ¡Lo
hubieses googleado!¡Ni necesitás una bibliotecaria para eso!¡Cualquiera se mete
a la web y escribe: “Helmut Distch”. Y
te aparece: “Es el pintor argentino mejor
pago. Se lo conoce como el pintor de los hielos”! Pero no lo hiciste… me
decepcionás, la verdad.
_ Perdón. Soy un caso. Me
olvidé… disculpe, buenas tardes.
Gira para salir, confundido y
medio desconfiado. Ella lo detiene terminante:
_ De acá no te vas hasta que
aclaremos algunos asuntos.
El pobre hombre se detiene,
sumiso y gira para mirarla con preocupación. Le explica con suma amabilidad:
_ Es que tengo que
encontrarme con un amigo, me parece que está en la puerta esperándome. Creí que
había entrado acá…
_ No me cambies de tema. La
otra vez me quedé muy mal por tu actitud…
_ ¿Nos conocemos?
Ella lo observa con furia, él
se asusta y mira hacia la calle, pensando en huir:
_ Va de mal en peor, mi
amigo… ni se le ocurra escapar ¡Esto es un secuestro!
La mujer sale de detrás del
mostrador y se para frente a él cruzándose de brazos. La mira confundido, sin
saber quién es:
_ Ahora “me trata de usted”…
_ No me recuerda, caballero.
Después de su actitud del pasado, no debería sorprenderme. Pero imaginé que
venía a disculparse.
_ ¿Tuvimos algo?...
_ Yo un disgusto tras otro,
usted por lo visto: amnesia.
Ante el estupor de él, la
mujer vuelve a reír con sonoras carcajadas a lo Julia Roberts y cambia de
humor:
_ Fabián todavía no llegó…
igual hoy no es el partido. Tenemos tiempo para charlar y aclarar las cosas.
_ También lo conoce… estoy
medio confundido. Perdóneme…
_ Sentate, no es para tanto _ le señala una silla frente a una mesa
en la sala_. El tampoco me contesta las cartas y no pasa nada al final. Le
perdono la vida.
_ Yo sé que está re-mal que
me olvide de la gente… pero no entiendo nada. Por favor, dígame que me estoy
perdiendo
Le estira la mano para
saludarla y se presenta: Viggo/”Guido” Mortensen…
Ella vuelve a reír con
entusiasmo y le da la mano:
_ “Julia Roberts”, encantada…
_ ¡Ah! Claro, Julia. Nos
conocemos de algún set…
Ríe, conciliador. Ella cambia
de humor otra vez:
_ ¡NO! Odio a esa mina.
_ Bueno… discúlpeme. Me tengo
que ir.
Le suelta la mano y gira para
salir. La mujer lo detiene de nuevo terminante:
_ Dije que íbamos a aclarar
cierto asunto pendiente, mi estimado…
_ Y yo le dije que voy a
encontrarme con mi amigo. Buenas tardes.
_ De acá no sale nadie si yo
no quiero. Siéntese acá.
Vuelve a señalar la silla de
antes y ella se sienta en la de enfrente a esperarlo. El duda pero hace caso y
se sienta. La mira desconcertado:
_ Soy Natalia Góngora… “la asesina gangosa”. Pero ya me curé _
él se tira para atrás, pegándose al respaldo de la silla, confundido mientras
escucha_ de eso: de lo gangosa, por lo menos.
_ ¡Momento! Me dice que me
secuestra y me va a matar… ¿Y yo me voy a quedar acá mansito en lugar de
escapar corriendo?
_ Yo dije que odio a Julia
Roberts. Si no la maté es porque jamás me la crucé en la vida. Esa mujer me
robó al hombre que amaba… y por una cuestión generacional me decían que me reía
como ella: ¡Es indignante! ¿No “te”
parece?
_ No termino de entender qué
tengo yo que ver con este asunto… sólo pasé para hacer tiempo mientras llega
Fabián. Por lo visto se conocen.
_ Le escribo a su página web,
porque me da bronca que él haya triunfado como escritor escribiendo las
boludeces que escribe y yo no. Pero no me contesta el muy pelotudo ¿De qué se
la da?
_ Fabián Casas escribe muy
bien… y es mi amigo. No le voy a permitir que lo insulte.
_ ¡El tonito, flaco!
_ Perdón… pero no puede
pretender que alguien la tome enserio si le manda insultos.
_ Yo no lo insulté. Fueron
misivas amistosas. El se porta como un agrandado. Usted mismo me respondió _
sonríe conmovida cambiando de tono_.
Todavía tengo el sobre con tu respuesta. Con tu letra horrible en el sobre: “First Class”, dice garabateado
espantosamente.
_ ¿Y por lo bueno que fui me
secuestra?
_ Puede tomarse como un
secuestro o una larga charla conciliatoria… depende del punto de vista de cada
uno. Puede usted colaborar o sufrir como el protagonista de: “Misery” ¿La vio? Esa película en la que
“demoran” a un escritor…
_ Si, si. Y le rompen las
gambas para que no escape y escriba lo que la señora quiere. Pero no comprendo
qué necesita de mí específicamente…
Lo mira y sonríe maliciosa:
_ Sos un agrandado como Fabián,
al final. A mí que me habías parecido tan humilde en aquel evento.
_ ¿Cuál?
_ Cuando los conocí, aquella
vez en que presentaban el libro: “Nueva antología de la poesía argentina”.
_ ¡Uy! ¡Hace mil años de eso!
_ No, fue en el 2008.
_ Hace años… ¿Era una de las
que quería autógrafos y arruinó el evento?
_ ¡No! Al contrario… Me
ladraste como si te quisiera violar como las perras ésas que entraron y
arruinaron el recital de poesía ¡Yo estaba desde antes, charlando con Fernanda
Laguna! Pero claro, el señorito, que parecía Barbie…
_ ¡Barbie!
_ ¡Si! Con los pelitos
amarillos…
_ ¿Qué culpa tengo del color
del que me crecía el pelo?
_ ¿Viste que feo es llegar a
viejo? A todos nos pasa, mi querido. El gris nos alcanza a todos por igual…
_ ¡Momento! ¿De qué carajo
estamos hablando?
_ ¡El tonito, che!
_ Bueno, perdone. Pero no sé
que me está reclamando.
_ Yo fui, lo más tranqui.
Compré el libro. Te conté que te había mandado material a la editorial y me
dijiste que seguramente todavía no lo habían leído (lo que seguramente era
cierto, porque al tiempo me llegó la respuesta por correo), pero después,
cuando entró la avalancha de gente a acosarte, la terminé ligando por estar
cerca. Me parece muy injusto.
_ La verdad que sí.
Perdóneme. No me acuerdo. Le pido mil perdones si la traté mal. Ese día temí
por mi vida. Ese local era tan chiquito… y se me vinieron encima.
_ Yo pensé que te morfaban…
me dio una pena verte así todo cagado…
_ Bueno, no fue para tanto…
_ ¡Pobre de vos! Te mandabas
pegado a la pared buscando una puerta… como un pulpo. Parecía que tenías
ventosas en las manos.
Lo imita como si se pegara a
la pared y larga una sonora carcajada, recordando la imagen poco heroica que le
quedó de él:
_ Por eso le dicen Julia
Roberts…
_ ¡Esa hija de puta que me
robó a Neeson!
El se ríe:
_ ¿Liam Neeson?
_ ¡Si! ¿Cuántos puede haber?
_ ¿Pero no estaba casado con
otra actriz?
_ Si. Pero ésa me caía bien,
no sabía. Yo pensaba que andaba con Julia Roberts y desarrollé un odio tremendo
por ésa turra.
_ Por un momento pensé que
había matado a la mujer de Liam Neeson…
_ No. Se llevó por delante un
árbol esquiando, la pobre chica...
_ Si, terrible…
_ Yo soy más pobre que ella.
Nunca voy a poder esquiar…
_ Pobre, no se haga
malasangre.
_ No. No te calentés por
eso... pobre de vos. El problema, ya que llegamos a esta cuestión, es Neeson _
lo mira seria. El se queda en el molde esperando, sin entender_. El día de la
presentación aquella…
_ No invité a Liam Neeson… y
me merezco lo peor, claro.
_ No.
_ No sé si le gustará la
poesía argentina… ni habla castellano ¿Se da cuenta, no?
_ No se trata de eso. Lo que
pasó, es que me trataste mal por culpa de la chica que te pidió que le firmes
el libro de: “El Señor de Los Anillos”.
_ ¡Por Dios! ¡Yo no soy “El
Señor de Los Anillos”! No tenía nada que ver…
_ ¡Ya sé! ¿Yo qué culpa
tenía? Estaba parada ahí al lado, con Fernanda, hablando de los problemas de
las amas de casa con chicos. Le había pedido a ella un autógrafo. Vos me
sacaste el libro y me zampaste otro debajo de la dedicatoria de ella… y saliste
rajando, pegándote a la pared buscando una salida…
_ ¿Si? No me acuerdo…
_ Estabas enojado y cuando te
empezaron a apretar te cagaste todo… ¡Qué maricón!
Se ríe otra vez. A él no le
parece gracioso:
_ ¿Y Neeson?
_ No estaba. Dijiste que ni
lo invitaste…
_ ¿Pero qué tiene qué ver con
este asunto?
_ Es un actorazo…
_ Si, ya sé.
_ No lo invitaron tampoco
para “El Señor de Los Anillos”…
_ ¿Y?
_ ¿No es obvio?
_ No sé… ¿Tendría que haber
hecho mi papel?
_ ¡NO!
_ ¿Entonces?
_ ¡Tendría que haber sido Legolas
por lo menos! ¡A vos te tomó bien la tintura!... ¡Pero a Orlando Bloom se le
ven de golpe las raíces negras… ¿Te tiñen a vos de marrón y al otro de amarillo
patito? ¿Quería ser colorista de la peluquería de su barrio el director de la
película?
_ ¡Ay, por favor! ¿Yo que
tengo que ver con eso?
_ En un reportaje con
Pergolini, le dijiste que entraste al taller de costura y convenciste al equipo
de que hagan los trajes de Gondor con los colores de San Lorenzo y les
mostraste la camiseta que tenías debajo de la pilcha…
_ Pero no contraté a los
actores. Incluso yo fui un reemplazo. Llegué con la película empezada…
_ Pero tendrían que devolver
la guita… es un robo.
_ ¡Un robo! ¿Qué dice? Pasé
un año fuera de mi casa… no de vacaciones. Con ésa plata pude poner la
editorial a la que usted mandó su trabajo, le contestaron gentilmente y además
le compra libros que por lo visto le interesan.
_ Pero los elfos están
perfectamente descriptos en el libro de Tolkien y su amigo Peter Jackson se ve
que se salteó esa página…
_ Es la primera vez que
escucho algo semejante. Hable con él. Me voy. Un gusto…
Se levanta enojado:
_ ¡Siéntese!
Se vuelve a sentar y resopla:
_ ¿Y ahora qué?
_ Todavía no terminé.
_ Estoy muy cansado…
_ ¿Toddy ó Nesquik?
_ ¡Nesquik!
_ ¡Esa! Ya te traigo _ se
levanta contenta y se va a prepararlo. El aprovecha para escapar, pero ella
vuelve y lo ve encarando para la puerta. Lo mira decepcionada_. Le iba a
preguntar si lo quiere frío o caliente.
_ ¡Frío!
_ Genial…
Aún desconfiando, se vuelve
lentamente. El para disimular, pregunta:
_ ¿Libros de Soriano tiene?
_ Ahí están _ señala_… puede tutearme. No soy su madre.
_ ¡Perdón! Claro ¿Te gusta
Soriano?
_ Obvio. Lo que me molesta es
que no hayas filmado: “Triste, solitario y final” cuando eras joven… me decepciona
tu actitud. Imaginate lo que pensaría Soriano si lo hubiese interpretado Viggo
Mortensen.
_ Pero, en realidad, no
importa la edad del personaje. Estoy a tiempo. Lo que está desactualizado es la
gente a la que odia… John Wayne, por ejemplo. Ahora no es tan gracioso, capaz.
Habría que adaptarlo. Es una buena idea…
_ Mientras te preparo la
merienda andá adaptando lo de Neeson. Después, si te sale bien, hacé lo que le
debés al gordo Soriano, que era del equipo de tus amores.
_ ¿Vos de qué cuadro sos?
_ De Huracán…
_ ¡No! Qué tristeza…
_ Si. Te lo juro _ amenazante_ . No salís por ésa puerta… ¿Estamos?
_ Dale…
La mujer se va otra vez,
seria. El se acerca a la estantería que le señaló y busca otra salida… sacando
libros, con desesperación. Se mete por el hueco creado y aparece en el cine de
al lado, interrumpiendo la función. Lo putean y le revolean cosas. Asustado
vuelve desconcertado, justo cuando ella lo está esperando de brazos cruzados
otra vez. Los vasos de chocolatada están en la mesa junto a un plato de
galletitas. Le pregunta molesta:
_ ¿Interesante lectura?
_ Interesante estructura
edilicia… diría yo.
_ ¿También le interesa la
arquitectura del barrio?
_ Todo lo de este barrio que
me vio crecer me interesa… ya compré algunas propiedades para que volvamos a
Boedo, con el Ciclón ¿Sabe?
_ “Sabés”. Dije que podía
tutearme… y que soy del equipo rival.
_ Pero el fútbol es un juego.
No hay que tomársela tan en serio esa rivalidad… y usted me está tratando “de
usted” otra vez. Valga la redundancia.
Viggo trata de volver a poner
los libros en su sitio:
_ Se lo merece, “cuervo”
¡Siéntese a tomar la leche, carajo!
_ Es que quiero ordenar…
_ ¡Se dejan los libros sobre
la mesa! ¿No es claro el cartel?
Le señala un cartel que dice:
“No guarde los libros en el estante. Déjelos sobre la mesa”:
_ ¡Uy! No lo leí…
_ Nadie lo lee. Todos se
creen bibliotecarios… y meten los libros en cualquier lado. Y una se la pasó
estudiando para que nadie la tenga en cuenta.
_ Perdón…
Levanta los libros y los va
poniendo en la mesa:
_ ¡Dejá eso y tomá la leche!
_ ¡Qué! ¿Se me va a enfriar?
Se ríen:
_ No. La verdad que no…
_ ¿Rasti ó Mis ladrillos?
_ ¡Rasti!
_ ¡Muy bién! Respuesta
correcta (no habría soportado que dijeras: “Legos”). Los podés usar para hacer
los coditos de la cancha de San Lorenzo que les quedó sin terminar ¿Ya están
comprando?
_ Bueno. Bueno… yo no agredo,
“vos” no agredas.
_ Es una muy buena idea. Pero
no es mía… se le ocurrió a un usuario. Viene seguido. Capaz lo ves.
_ ¿Va a venir más gente? ¿Es
un secuestro en masa?
_ Esto es un espacio público…
viene gente. No mucha, la verdad. No es como la otra biblioteca donde estaba
antes. Prefiero no hablar de eso, pero hay algo de circulación.
_ ¡Chin-Chin!
_ ¡Salud! _Toman tras el brindis_. A propósito… podríamos clonar a Neeson
y usarlo para todos los Elfos, no sólo Legolas. Tan lindo chavón, qué mala
leche no tenerlo en cuenta. Gordo puto, lo odio… me alegro que le haya ido mal
con la película de King Kong.
_ ¿Otra vez?
_ Escuchame, es una idea
genial… como el Ommpa Lommpa de “Charly y la fábrica de chocolate” que era un
solo actor y lo replicaron para que parezca un ejército.
_ ¿Yo tengo que hablar con
Peter Jackson y pedirle que rehaga la saga completa?
_ Vos sos escritor y
productor de tus propias películas… rehacela ahora.
_ Pero eso es un trabajo de
edición… yo no sé ni usar Paint.
_ Mirá “Guido”. Si tenés mala
voluntad, te va a pasar como al de la caja ésa.
Señala una caja grande al
costado de una estantería. El secuestrado se acerca y lee un cartel:
_ “¿Viggo?”
_ Porque “está Morten-sen” _ él la mira y ella ríe_ … son restos
óseos ¿Entendés? ¿No se pronuncia así en danés o alemán?
_ ¿Es una amenaza?
_ Es una advertencia… él
tampoco me escuchaba. Bueno, capaz no me entendía. Te comenté que era gangosa.
En vida era un talentoso realizador que me decía que mis proyectos eran
“inviables”. Cómo les gusta joder con esa palabrita…
_ ¿Está muerto en serio?
_ ¡Y sí! ¿Qué esperabas?
¿Huesos vivos? ¿O de mentira?
_ Es Broma… no lo pudo haber
matado y estar acá tan tranquila.
Abre la caja y saca la
calavera. La mira horrorizado y luego a ella:
_ “¡Hamlet de Buenos Aires!” ¡Yo te mandé ese poema… y seguro ni lo
leíste!
_ No, no creo. No puede ser
cierto…
Deja los huesos en la caja y
la tapa asustado:
_ ¡Si! Lo escribí, lo
registré… esperaba que estuviera en: “Antología de la poesía argentina II”
_ Nunca salió…
_ ¡Me alegro!
Se cruza de brazos y piernas,
como en un gesto de revancha:
_ Pero lo que usted me pide
es “inviabl…” ¡Imposible! ¡Me piensa
matar si no hago la película de nuevo?
_ “Las películas”. No le pido
que cambie a Liv Tyler… sólo los elfos hombres.
_ Yo no sé hacer ese trabajo…
y no me corresponde. Es una falta de respeto para el director.
_ ¡Ese gordo agrandado!
¿Cuándo lo voy a poder secuestrar a él? Se esmeró en que los Hobbits, los
Orcos, el paisaje y taaantos detalles estuviesen taaan logrados ¿Qué tenía
contra los elfos? ¡Envidia!
_ No sé. Yo ni me había dado
cuenta de lo que usted me dice… la verdad es que es muy observadora.
_ Leí el libro muy joven y no
puedo creer que nadie más se esté quejando. Deberíamos ser una legión…
_ Reconoce que al resto de la
gente le gustó la saga…
Ella lo mira con desprecio y
sigue su razonamiento:
_ Deberíamos organizar una
guerra santa… matar a los traidores a Tolkien.
_ Yo no traicioné a nadie…
¿Le queda claro, no?
_ ¡No sea terco! Ya no sabe
si es como yo le digo o como prefiere seguir pensando.
_ ¿Bueno, tiene lápiz y
papel… o teclado?
Se los acerca y guarda los
libros que él dejó desparramados en su intento previo de escape:
_ Tal vez este sea su propio
divague… no se estrese.
_ Estoy cansado. Necesito
mate para funcionar.
La mujer se va a prepararlo y
le dice al salir:
_ ¡Esa es la actitud! Los
valientes no huyen por la primera puerta que les dejan a tiro. Recuérdelo. Es
importante para su salud mental… y física.
Viggo se pone a escribir un
poco. Se refriega los ojos y hace un gesto de cansancio y frustración. Apoya su
cabeza sobre los antebrazos, abatido. Se repone. Mira por dónde ella salió y se
acerca a las estanterías. Lee:
_ “Psicología”
Sin necesidad de sacar los
libros logra salir por entre los estantes… con tan mala suerte que llega al
diván de su propia película dónde él mismo es Freud. Se despierta sobresaltado
para notar que es un sueño en el que se estaba analizando a sí mismo:
_ ¡Listo! ¿Amargo?
_ Amargadísimo… no como para
morirme. No me malentienda, pero… qué día.
Ella ríe no tan
estruendosamente como de costumbre. Lo mira con un poco de pena:
_ El mate… ¿Amargo o dulce?
_ Como quieras… estoy
padeciendo un genuino “Síndrome de Estocolmo”. Lo juro. No voy a escapar.
_ Excelente elección. Muy
bien pensado.
_ Cebo yo.
Ceba. Van tomando mientras
charlan:
_ Bueno…
_ ¿Usted vive acá?
_ No.
_ Ya es tarde…
_ Fabián ni noticias. Te
plantó.
_ Es raro.
_ ¿Te tira onda?
_ ¡NO! Me precupa que no esté
acá… ¿No está, no?
_ No. Quedate tranquilo…
nunca lo vi. Debe andar por ahí lo más campante ¿No tiene otros amigos?
_ Si… pero quedamos en
encontrarnos acá.
_ El te dio la dirección…
_ Si.
_ Un amigo…
_ ¿Qué? ¿Qué insinúa?
_ Te mandó conmigo. Sabiendo
cómo soy… de mi problema, digo _ se
miran_. Gangosa ya no soy… “de eso
me curé” con la foniatra. Me llevó años, pero tenía mucho tiempo para perder…
_ Insinúa que él me entregó…
_ Opiná lo que quieras, yo
soy muy democrática.
_ ¡Pero me secuestra!
_ Vos no te vas por amor
propio. Vas a terminar lo que te pedí porque ahora sabés que no vas a pensar en
otra cosa ¿Me equivoco?
_ Este es un secuestro raro…
_ Lo que yo equivoqué fue la
carrera… no digo que la esté corriendo ahora, ni que la haya hecho en tiempo y
forma bibliotecología. La cursé mientras estaba en la cárcel… por lo de los asesinatos
¿Viste?
_ ¿Varios?
Ella responde con voz
gangosa, como si fuera otra persona de pronto:
_ “Eran gangositos”… los
quise salvar. Al gordo no. Lo maté por cabezón. Me hacía eclipse parándose
frente a luz. No entendía que una escritora necesita luz propia y no quiere que
la eclipsen.
Llega un usuario e interrumpe
el clima y la conversación. Viggo se pone repentinamente feliz ante la
posibilidad de escape. El hombre saluda:
_ ¡Hola! Buenas tardes.
Ella responde sonriente y se
acerca al señor:
_ “Buenas noches”… estamos
por cerrar _ a Viggo_. Este caballero
que va dejando una estela de escarcha a su paso es el que te decía antes.
_ ¡Eh! ¿De nuevo se va a meter
con mi equipo?
_ ¿De qué cuadro es?
Pregunta el cautivo:
_ ¡De “La Academia”! Con el
mayor orgullo…
Viggo lo gasta:
_ ¡”El Capitán Frío”, lógico!
La bibliotecaria se suma a su
gesto de darse calor con las manos y se burlan del hombre, que se va ofendido.
Se ríen de él:
_ ¡Somos como Otlet y
Lafontaine!
_ ¿Quiénes son?
La mujer se acerca a la
puerta y pone llave mientras le responde a su víctima, quien se da cuenta que
desaprovechó la oportunidad de escapar:
_ Los padres de la Ciencia de
la Documentación y fundadores de la Sociedad de las Naciones… podrías hacer
esos personajes con Neeson. Le tendrías que dar una mano. Me parece que está en
la mala ¿Viste las películas poronga que está filmando? Me pone muy triste.
Viggo está desolado. Le
contesta vencido:
_ ¿Quiere que termine ese
asunto de La Tierra Media, sexo, guita o qué? Me quiero ir…
_ Lo que hablamos. Lo dejo en
tus manos. Si fueras Liam Neeson ya te hubiese violado. No te ofendas, pero ya
no te pareces a Barbie… sos un señor cualquiera.
Se va y se lleva el termo del
mate. Viggo, mira el lugar, lo recorre buscando ideas. Encuentra papeles
fotocopiados sobe un estante. Se sienta a mirarlos. Los va ordenando sobe la
mesa y luego empieza a desparramarlos en el piso, como armando un collage. La
mujer vuelve y lo encuentra muy ocupado. Sonríe y le avisa:
_ Te dejo más agua caliente
¿O tenés hambre?
_ ¡No, gracias! Así está
bien… no como cuando estoy inspirado.
_ ¡Cómo Helmut! Debe ser la
raza aria _ él la mira con cansancio y sigue, ya de rodillas, muy atareado_. Nos contó que podía trabajar hasta
treinta y seis horas seguidas como en trance. Lo aprendió cuando era andinista
eso del “punto de no retorno” _ Viggo
no le presta atención, absorto en lo suyo_
¿Querés una tijera?
El se detiene de pronto, alerta:
_ Si… puede serme muy útil.
_ Claro… para recortar las
figuritas de Neeson. Hace años que vengo imprimiéndolas. Me encanta la idea de
hacer un collage.
Le da una gran tijera
brillante que parece muy afilada. El la mira y la toma como un arma:
_ Si, la idea es… genial.
Quédese tranquila. Se exactamente lo que tengo que hacer.
_ Sos un capo…
_ Si, de la mafia rusa…
La mujer ríe como Julia
Roberts otra vez y se sienta, bostezando. Viggo mira y manipula la tijera:
_ No me gustó tanto
ésa película…
Ella termina por apoyar los
brazos en la mesa y dormirse. El se le acerca como si estuviera dispuesto a
degollarla, pero se detiene. Luego hace el gesto de apuñalarla por la espalda.
Se da por vencido y camina hasta la salida. Le suena el celular. Se sobresalta y
contesta hablando despacio, dándole la espalda a su captora para que no oiga:
_ ¿Fabián, sos vos? ¿Dónde
estás? No puede ser… yo estoy ahí esperándote hace horas. Alguno se confundió,
boludo. Esto no es un bar… es la biblioteca chiquita de la otra cuadra ¡No
sabés lo que me pasó! ¿Estás en pedo? ¡Llamá a la policía que casi mato a
alguien! En serio ¡Dale Fabián!
La bibliotecaria hace algún
ruido y él apaga el teléfono. Camina inquieto. Vuelve a mirar los papeles en el
piso y se agacha poniéndose a recortar. Se olvida de escapar y va armando algo.
Incluso dibuja, tirado en el piso, copado con lo que está haciendo. Al rato
ella despierta y se acerca a mirar emocionada:
_ ¡Es la Tierra
Media! Con cientos de elfos/Neeson!
_ ¡Si! Como siempre debió
haber sido… ¿No?
_ ¡Si! ¡Si! ¡Si! _ como en pleno orgasmo. El la mira de
reojo, levantándose preocupado_ Yes…
_ ¿Te gustó? Estuve bien…
¿Cierto?
_ Si… nunca me había sentido
así antes…
Se
miran y ríen:
_ Siempre me dicen
lo mismo
Ella ríe como Julia Roberts:
_ La verdad, es que
así me imaginé la película… es mejor todavía. Es la mezcla del libro impreso
con lo que debió ser esa saga mal terminada de tu amigo Jackson… ¡Que ojala
termine como Michael!
_ Dejémonos de pensar en
asesinatos… la verdad es que estoy muy conforme con mi obra. Yo solía pintar…
_ Si, ví también esa película
con tus cuadros… en la que matabas a la mujer de Michel Douglas. No sé que te
asusta tanto de la muerte si te la pasás bajando gente en cada film…
_ Pero no es cierto… son
personajes que interpreto.
_ Igual que yo…
_ ¿Era actriz?
_ Más o menos… en eso nos
parecemos. A mi también me tendrían que dar el Oscar, pero me pasa como a vos.
Peor, no me reconocen…
_ No me importa mucho, la
verdad… pero fijate el detalle _ señala
su creación_, no está Aragorn ¿Viste
que humildad?
_ No había fotos tuyas…
_ ¡Si! Acá hay una fotito mía
en una revista de Sopa de letras…
Le muestra, señalando una
imagen suya tan minúscula, que ella se tiene que acercar a ver:
_ ¡Ah! Mirá…
Se
ríen:
_ Pero no es Aragorn “el
personaje”… es Viggo Mortensen.
_ Claro…
_ Bueno, igual te quedó
hermoso. Habría que pegarlo en alguna pared… o acá mismo y después plastificar
el piso. No sé…
_ ¿Me podría ir yendo, no? Es
tarde. Capaz que Fabián está preocupado y…
_ Tenemos que jugar a la mancha
si viene. De a dos es medio jodido.
_ Si, la verdad.
_ ¡Mancha venenosa! _le tapa los ojos, como jugando para que
no pueda ver_ ¿Ves? Ahora te cagué.
Se acaba el juego… podés andar dando tumbos por ahí, como ciego. Y aunque
pudieras seguir sólo me podés alcanzar a mi. No tiene gracia.
_ No, la verdad que no.
Quedamos en que hacía mi laburo…
_ Si… _deja la llave sobre la mesa_
lo prometido es deuda. Pero falta jugar a la escondida. Es generacional. Yo
cuento y vos librás para todos los compa. Dale.
Le da la espalda y se pone a
contar tapándose los ojos con las manos. El la mira con asombro y sonríe. Mira
alrededor y se esconde. Después se da cuenta de que puede escapar y va a la
puerta. Nota que olvidó la llave y vuelve por ella. Corre a la salida y se va.
En la vereda, feliz no sabe para que lado ir. Un grupo de hinchas de la barra
brava de Huracán le grita:
_ ¡Actor puto! Ponete el
anillo y desaparecé…
Lo rodean y se lo llevan en
andas mientras él grita asustado. La mujer sigue contando cuando la policía
allana el lugar buscando a Viggo Mortensen. La captora se defiende alegando
demencia.
Esposada e iluminada por una
luz en los ojos, la bibliotecaria responde como en trance:
_ Yo no soy Natalia Góngora…
¡Ni siquiera soy mujer! Soy transexual. Soy Actor, Bah! O bibliotecaria… de
algo hay que vivir. Natalia era un personaje que creé y le mandé a algunos, que
se la dan de escritores y editores _mirando
con desprecio a Fabián Casas_. Por
eso le mencioné a tu amigo que el día del evento “hablaba con Fernanda Laguna
de “los hijos” _ le remarca “Los Hijos”.
El no comprende_ ¡El personaje mataba
a su marido y a los pibes!
_ ¿Y?
_ ¡Ni lo leyeron! Ni me
vinieron a ver ni nada… ¡Lo hice en el teatro! _ a los policías. Uno de ellos ve el cartel en la caja_ ¿Se dan cuenta? ¡Ellos crearon el
monstruo!
El cana lee en voz alta,
señalando y abriendo la caja:
_ “Viggo”
Fabián Casas enloquece y le
salta encima al detenido/a:
_ ¡Lo Mató el hijo de puta!
Lo sacan de encima del tipo y
tratan que deje de patalear, inmovilizándolo en el piso:
_ ¡Norman! ¡Norman Bates para
vos! ¡Andá a la cancha sólo, nabo! ¡Sufrí! Escribite un poema ahora…
[1] El huesped. Albert Camus.
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