Los
hombres que comparten los mismos dormitorios,
ya
sean soldados o prisioneros, contraen un lazo extraño
como
si, al quitarse las armaduras,
se
hermanaran cada noche por encima de sus diferencias
en
la vieja comunidad del sueño y el cansancio.[1]
Este relato
es una visión personal de una realidad inexistente… un secuestro raro. La
víctima: Viggo Mortensen no huye. Lo intenta en tres fallidas ocasiones, es
cierto. Pero con poca convicción. La puerta de la biblioteca donde transcurren
los hechos no está cerrada desde el principio… simplemente la bibliotecaria le dice:
“Usted no se va de acá hasta que
aclaremos este asunto”. Y él lo toma de forma literal. El problema de la mujer es que odia a Peter Jackson porque leyó la
emblemática saga de Tolkien en su juventud y no está conforme con el éxito que
las películas de: “El Sr. De los Anillos”
obtuvieron (y que según su criterio tienen un error imperdonable: no está
Liam Neeson haciendo de Legolas). Como no logra acceder ni al director que
detesta ni al actor que le gusta, lo intercepta a Mortensen para obligarlo a
reescribir el guión. Dejará en claro que puede colaborar o sufrir como el
protagonista de: “Misery”. Viggo dice a su amigo Fabián Casas: “me secuestraron” y el otro sin dudar busca a la policía. En cambio
Viggo permanece aún sin saber qué hacer, hasta que su propia “captora” le pide
que se vaya… y por mala fortuna lo agarra en la calle la barra brava de
Huracán. Algo que por supuesto no se podrá probar y “la mujer” deberá volver a
la cárcel (de donde no hace tanto salió).
¿Quién lo tiene a Viggo
Mortensen?
(RNDA:
000289930-Exp. 5257668-9/10/2015)
Viggo
Mortensen, ataviado con su camiseta de San Lorenzo de Almagro entra
tranquilamente a una minúscula biblioteca, que casi es un armario y una serie
de espejos que lo reflejan creando el efecto multiplicador de los estantes
(casi como un laberinto). Hay una mesa en la sala de lectura y una gran caja de
cartón en un costado. La bibliotecaria que se encuentra tras el mostrador lo
encara como si estuvieran hablando desde antes:
_ ¡Helmut, ‘tas igual!
(El
sonríe amable -sin entender- y contesta para zafar)
_ See…
_ Por lo menos esta vez no negás tu identidad…
(Ella
ríe sonoramente “como Julia Roberts” en "Mujer bonita", y él comienza a dudar de su decisión de
entrar a ese sitio. La mujer continúa)
_ Cuando le pregunté “al pintor de los hielos” si era
Viggo Mortensen, me retrucó: “¿Ese quién
es?”. Pero se volvió y agregó sonriente: “yo de acá me voy a la cancha de Boca”. Así que sí sabía quién
eras… seguro le preguntan siempre.
_ Capaz…
_ ¿Pero sabés quién es, no?
_ No…
_ Te lo dije la otra vez… ¡Lo hubieses googleado! ¡Ni
necesitás una bibliotecaria para eso!¡Cualquiera se mete a la web y escribe: “Helmut Distch”. Y te aparece: “Es el pintor argentino mejor pago. Se lo
conoce como el pintor de los hielos”! Pero no lo hiciste… me decepcionás,
la verdad.
_ Perdón. Soy un caso. Me olvidé… disculpe, buenas
tardes.
(Gira
para salir, confundido y medio desconfiado. Ella lo detiene terminante)
_ De acá no te vas hasta que aclaremos algunos
asuntos.
(El
se detiene, sumiso y gira para mirarla con preocupación)
_ Es que tengo que encontrarme con un amigo, me parece
que está en la puerta esperándome. Creí que había entrado…
_ No me cambies de tema. La otra vez me quedé muy mal
por tu actitud…
_ ¿Nos conocemos?
(Ella
lo mira con furia, él se asusta y mira hacia la calle, pensando en escapar)
_ Va de mal en peor, mi amigo… ni se le ocurra
escapar. Esto es un secuestro.
(La
mujer sale de detrás del mostrador y se para frente a él cruzándose de brazos.
La mira confundido, sin saber quién es)
_ Ahora “me trata de usted”…
_ No me recuerda, caballero. Después de su actitud del
pasado, no debería sorprenderme. Pero imaginé que venía a disculparse.
_ ¿Tuvimos algo?...
_ Yo un disgusto tras otro, usted por lo visto:
amnesia.
(Ante
el estupor de él, la mujer vuelve a reír a carcajadas como Julia Roberts y
cambia de humor)
_ Fabián todavía no llegó… igual hoy no es el partido.
Tenemos tiempo para charlar y aclarar las cosas.
_ También lo conoce… estoy medio confundido.
Perdóneme…
_ Sentate, no es para tanto (le señala una silla frente a una mesa en la sala). El
tampoco me contesta las cartas y no pasa nada al final. Le perdono la vida.
_ Yo sé que está re-mal que me olvide de la gente…
pero no entiendo nada. Por favor, dígame que me estoy perdiendo (Le estira la mano para saludarla y se
presenta): Viggo/Guido Mortensen…
(Ella
vuelve a reír con entusiasmo y le da la mano)
_ “Julia Roberts”
_ ¡Ah! Claro, Julia. Nos conocemos de algún set…
(Ríe,
conciliador. Ella cambia de humor otra vez)
_ ¡NO! Odio a esa mina.
_ Bueno… discúlpeme. Me tengo que ir.
(Le
suelta la mano y gira para salir. La mujer lo detiene de nuevo terminante)
_ Dije que íbamos a aclarar cierto asunto pendiente,
mi estimado…
_ Y yo le dije que voy a encontrarme con mi amigo.
Buenas tardes.
_ De acá no sale nadie si yo no quiero. Siéntese acá.
(Vuelve
a señalar la silla de antes y ella se sienta en la de enfrente a esperarlo. El
duda pero hace caso. La mira desconcertado)
_ Soy Natalia Góngora… “la asesina gangosa”. Pero ya
me curé (El se tira para atrás, pegándose
al respaldo de la silla) de eso: de lo gangosa, por lo menos.
_ Momento: me dice que me secuestra y me va a matar…
¿Y yo me voy a quedar acá mansito en lugar de escapar corriendo?
_ Yo dije que odio a Julia Roberts. Si no la maté es
porque jamás me la crucé en la vida. Esa mujer me robó al hombre que amaba… y
por una cuestión generacional me decían que me reía como ella: ¡Es indignante!
¿No te parece?
_ No termino de entender qué tengo yo que ver con este
asunto… sólo pasé para hacer tiempo mientras llega Fabián. Por lo visto se
conocen.
_ Le escribo a su página web, porque me da bronca que
él haya triunfado como escritor escribiendo las boludeces que escribe y yo no.
Pero no me contesta el muy pelotudo ¿De qué se la da?
_ Fabián Casas escribe muy bien… y es mi amigo. No le
voy a permitir que lo insulte.
_ ¡El tonito, flaco!
_ Perdón… pero no puede pretender que alguien la tome
en serio si le manda insultos.
_ Yo no lo insulté. Fueron misivas amistosas. El se
porta como un agrandado. Usted mismo me respondió (Sonríe conmovida cambiando de tono). Todavía tengo el sobre con tu
respuesta. Con tu letra horrible en el sobre: “First Class”, dice garabateado.
_ ¿Y por lo bueno que fui me secuestra?
_ Puede tomarse como un secuestro o una larga charla
conciliatoria… depende del punto de vista de cada uno. Puede colaborar o sufrir
como el protagonista de: “Misery” ¿La
vio? Esa película en la que “demoran” a un escritor…
_ SI, si. Y le rompen las gambas para que no escape y
escriba lo que la señora quiere. Pero no comprendo qué necesita de mí
específicamente…
(Lo
mira y sonríe maliciosa)
_ Sos un agrandado como Fabián, al final. A mí que me
habías parecido tan humilde en aquel evento.
_ ¿Cuál?
_ Cuando los conocí, aquella vez en que presentaban el
libro: “Nueva antología de la poesía argentina”.
_ ¡Uy! ¡Hace mil años de eso!
_ No, fue en el 2008.
_ Hace años… ¿Era una de las que quería autógrafos y
arruinó el evento?
_ ¡No! Al contrario… Me ladraste como si te quisiera
violar como las perras ésas que entraron y arruinaron el recital de poesía ¡Yo
estaba desde antes, charlando con Fernanda Laguna! Pero claro, el señorito, que
parecía Barbie…
_ ¡Barbie!
_ ¡Si! Con los pelitos amarillos…
_ ¿Qué culpa tengo del color del que me crecía el
pelo?
_ ¿Viste que feo es llegar a viejo? A todos nos pasa,
mi querido. El gris nos alcanza a todos por igual…
_ ¡Momento! ¿De qué carajo estamos hablando?
_ ¡El tonito, che!
_ Bueno, perdone. Pero no sé que me está reclamando.
_ Yo fui, lo más tranqui. Compré el libro. Te conté
que te había mandado material a la editorial y me dijiste que seguramente
todavía no lo habían leído (lo que seguramente era cierto, porque al tiempo me
llegó la respuesta por correo), pero después, cuando entró la avalancha de
gente a acosarte, la terminé ligando por estar cerca. Me parece muy injusto.
_ La verdad que sí. Perdóneme. No me acuerdo. Le pido
mil perdones si la traté mal. Ese día temí por mi vida. Ese local era tan
chiquito… y se me vinieron encima.
_ Yo pensé que te morfaban… me dio una pena verte así
todo cagado…
_ Bueno, no fue para tanto…
_ ¡Pobre de vos! Te mandabas pegado a la pared
buscando una puerta… como un pulpo. Parecía que tenías ventosas en las manos.
(Lo
imita como si se pegara a la pared y larga una sonora carcajada, recordando la
imagen)
_ Por eso le dicen Julia Roberts…
_ ¡Esa hija de puta que me robó a Neeson!
(El
se ríe)
_ ¿Liam Neeson?
_ ¡Si!
_ ¿Pero no estaba casado con otra actriz?
_ Si. Pero ésa me caía bien, no sabía. Yo pensaba que
andaba con Julia Roberts y desarrollé un odio tremendo por ésa turra.
_ Por un momento pensé que había matado a la mujer de
Liam Neeson…
_ No. Se llevó por delante un árbol esquiando, la
pobre.
_ Si, terrible…
_ Yo soy más pobre que ella. Nunca voy a poder
esquiar…
_ Pobre, no se haga malasangre.
_ No. No te calentés por eso... pobre de vos. El
problema, ya que llegamos a esta cuestión, es Neeson.
(Lo
mira seria. El se queda en el molde esperando, sin entender)
_ El día de la presentación aquella…
_ No invité a Liam Neeson…
_ No.
_ No sé si le gustará la poesía argentina… ni habla
castellano ¿Se da cuenta?
_ No se trata de eso. Lo que pasó, es que me trataste
mal por culpa de la chica que te pidió que le firmes el libro de: “El Señor de
Los Anillos”.
_ ¡Por Dios! ¡Yo no soy “El Señor de Los Anillos”! No
tenía nada que ver…
_ ¡Ya sé! ¿Yo qué culpa tenía? Estaba parada ahí al
lado, con Fernanda, hablando de los problemas de las amas de casa con chicos.
Le había pedido a ella un autógrafo. Vos me sacaste el libro y me zampaste otro
debajo de la dedicatoria de ella… y saliste rajando, pegándote a la pared
buscando una salida…
_ ¿Si? No me acuerdo…
_ Estabas enojado y cuando te empezaron a apretar te
cagaste todo… ¡Qué maricón!
(Se
ríe otra vez. A él no le parece gracioso)
_ ¿Y Neeson?
_ No estaba. Dijiste que ni lo invitaste…
_ ¿Pero qué tiene qué ver con este asunto?
_ Es un actorazo…
_ Si, ya sé.
_ No lo invitaron tampoco para “El Señor de Los
Anillos”…
_ ¿Y?
_ ¿No es obvio?
_ No sé… ¿Tendría que haber hecho mi papel?
_ ¡NO!
_ ¿Entonces?
_ ¡Tendría que haber sido Legolas por lo menos! ¡A vos
te tomó bien la tintura!... ¡Pero a Orlando Bloom se le ven de golpe las raíces
negras… ¿Te tiñen a vos de marrón y al otro de amarillo patito? ¿Quería ser
colorista de la peluquería de su barrio el director de la película?
_ ¡Ay, por favor! ¿Yo que tengo que ver con eso?
_ En un reportaje con Pergolini, le dijiste que
entraste al taller de costura y convenciste al equipo de que hagan los trajes
de Gondor con los colores de San Lorenzo y les mostraste la camiseta que tenías
debajo de la pilcha…
_ Pero no contraté a los actores. Incluso yo fui un
reemplazo. Llegué con la película empezada…
_ Pero tendrían que devolver la guita… es un robo.
_ ¡Un robo! ¿Qué dice? Pasé un año fuera de mi casa…
no de vacaciones. Con ésa plata pude poner la editorial a la que usted mandó su
trabajo, le contestaron gentilmente y además le compra libros que por lo visto
le interesan.
_ Pero los elfos están perfectamente descriptos en el
libro de Tolkien y su amigo Peter Jackson se ve que se salteó esa página…
_ Es la primera vez que escucho algo semejante. Hable
con él. Me voy. Un gusto…
(Se
levanta enojado)
_ ¡Siéntese!
(Se
vuelve a sentar y resopla)
_ ¿Y ahora qué?
_ Todavía no terminé.
_ Estoy muy cansado…
_ ¿Toddy ó Nesquik?
_ ¡Nesquik!
_ ¡Esa! Ya te traigo… (Se levanta contenta y se va a prepararlo. El aprovecha para escapar,
pero ella vuelve y lo ve encarando para la puerta. Lo mira decepcionada).
Le iba a preguntar si lo quiere frío o caliente.
_ ¡Frío!
_ Genial…
(Aún
desconfiando, se vuelve lentamente. El para disimular, pregunta)
_ ¿Libros de Soriano tiene?
_ Ahí están (señala)…
puede tutearme. No soy su madre.
_ ¡Perdón! Claro ¿Te gusta Soriano?
_ Obvio. Lo que me molesta es que no hayas filmado:
“Triste, solitario y final” cuando eras joven… me decepciona tu actitud.
Imaginate lo que pensaría Soriano si lo hubiese interpretado Viggo Mortensen.
_ Pero, en realidad, no importa la edad del personaje.
Estoy a tiempo. Lo que está desactualizado es la gente a la que odia… John
Wayne, ahora no es tan gracioso. Habría que adaptarlo. Es una buena idea…
_ Mientras te preparo la merienda andá adaptando lo de
Neeson. Después, si te sale bien hacé lo que le debés al gordo Soriano, que era
del equipo de tus amores.
_ ¿Vos de qué cuadro sos?
_ De Huracán…
_ ¡No!
_ Si. Te lo juro (Amenazante).
No salís por ésa puerta… ¿Estamos?
_ Dale…
(La
mujer se va otra vez, seria. El se acerca a la estantería que le señaló y busca
otra salida… sacando libros, con desesperación. Se mete y aparece en el cine de
al lado, interrumpiendo la función. Lo putean y le revolean cosas. Asustado
vuelve, justo cuando ella lo está esperando de brazos cruzados. Los vasos de
chocolatada están en la mesa junto a un plato de galletitas. Le pregunta
molesta)
_ ¿Interesante lectura?
_ Interesante estructura edilicia…
_ ¿También le interesa la arquitectura del barrio?
_ Todo lo de este barrio que me vio crecer me
interesa… ya compré algunas propiedades para que volvamos a Boedo, con el
Ciclón ¿Sabe?
_ “Sabés”. Dije que podía tutearme… y que soy del
equipo rival.
_ Pero el fútbol es un juego. No hay que tomársela tan
en serio esa rivalidad… y usted me está tratando “de usted”. Valga la
redundancia.
(Trata
de volver a poner los libros en su sitio)
_ Se lo merece, “cuervo” ¡Siéntese a tomar la leche,
carajo!
_ Es que quiero ordenar…
_ ¡Se dejan los libros sobre la mesa! ¿No es claro el
cartel?
(Le
señala un cartel que dice: “No guarde los libros en el estante. Déjelos sobre
la mesa”)
_ ¡Uy! No lo leí…
_ Nadie lo lee. Todos se creen bibliotecarios… y meten
los libros en cualquier lado. Y una se la pasó estudiando para que nadie la
tenga en cuenta.
_ Perdón…
(Levanta
los libros y los va poniendo en la mesa)
_ ¡Dejá eso y tomá la leche!
_ ¡Qué! ¿Se me va a enfriar?
(Se
ríen)
_ No. La verdad que no…
_ ¿Rasti ó Mis ladrillos?
_ ¡Rasti!
_ ¡Muy bién! Respuesta correcta.
_ Los podés usar para hacer los coditos de la cancha
de San Lorenzo que les quedó sin terminar ¿Ya están comprando?
_ Bueno. Bueno…
_ Es una muy buena idea. Pero no es mía… se le ocurrió
a un usuario. Viene seguido. Capaz lo ves.
_ ¿Va a venir más gente? ¿Es un secuestro en masa?
_ Esto es un espacio público… viene gente. No mucha,
la verdad. No es como la otra biblioteca donde estaba antes. Prefiero no hablar
de eso, pero hay circulación.
_ ¡Chin-Chin!
_ ¡Salud! (Toman)
A propósito… podríamos clonar a Neeson y usarlo para todos los elfos, no sólo
Legolas. Tan lindo chavón, qué mala leche no tenerlo en cuenta. Gordo puto, lo
odio.
_ ¿Otra vez?
_ Escuchame, es una idea genial… como el Ommpa Lommpa
de “Charly y la fábrica de chocolate” que era un solo actor y lo replicaron
para que parezca un ejército.
_ ¿Yo tengo que hablar con Peter Jackson y pedirle que
rehaga la saga completa?
_ Vos sos escritor y productor de tus propias
películas… rehacela ahora.
_ Pero eso es un trabajo de edición… yo no sé ni usar
Paint.
_ Mirá “Guido”. Si tenés mala voluntad, te va a pasar
como al de la caja ésa.
(Señala
una caja grande al costado de una estantería. Se acerca y lee un cartel)
_ “¿Viggo?”
_ Porque “está Mortensen”… (El la mira y ella ríe) son restos óseos.
_ ¿Es una amenaza?
_ Es una advertencia… él tampoco me escuchaba. Bueno,
capaz no me entendía. Te comenté que era gangosa. En vida era un talentoso
realizador que me decía que mis proyectos eran “inviables”. Cómo les gusta
joder con esa palabrita…
_ ¿Está muerto en serio?
_ ¡Y sí! ¿Qué esperabas? ¿Huesos vivos? ¿O de mentira?
_ Es Broma… no lo pudo haber matado y estar acá tan
tranquila.
(Abre
la caja y saca la calavera. La mira horrorizado y luego a ella)
_ “¡Hamlet de
Buenos Aires!” ¡Yo te mandé ese poema… y seguro ni lo leíste!
_ No, no creo. No puede ser cierto…
(Deja
los huesos en la caja y la tapa asustado)
_ ¡Si! Lo escribí, lo registré… esperaba que estuviera
en: “Antología de la poesía argentina II”
_ Nunca salió…
_ ¡Me alegro!
(Se
cruza de brazos y piernas, como en un gesto de revancha)
_ Pero lo que usted me pide es “inviabl…” ¡Imposible! ¡Me piensa matar si no hago la película de
nuevo?
_ “Las películas”. No le pido que cambie a Liv Tyler…
sólo los elfos hombres.
_ Yo no sé hacer ese trabajo… y no me corresponde. Es
una falta de respeto para el director.
_ ¡Ese gordo agrandado! ¿Cuándo lo voy a poder
secuestrar a él? Se esmeró en que los Hobbits, los Orcos, el paisaje y taaantos
detalles estuviesen taaan logrados ¿Qué tenía contra los elfos? ¡Envidia!
_ No sé. Yo ni me había dado cuenta de lo que usted me
dice… la verdad es que es muy observadora.
_ Leí el libro muy joven y no puedo creer que nadie
más se esté quejando. Deberíamos ser una legión…
_ Reconoce que al resto de la gente le gustó la saga…
(Ella
lo mira con desprecio y sigue su razonamiento)
_ Deberíamos organizar una guerra santa… matar a los
traidores a Tolkien.
_ Yo no traicioné a nadie… ¿Le queda claro, no?
_ ¡No sea terco! Ya no sabe si es como yo le digo o
como prefiere seguir pensando.
_ ¿Bueno, tiene lápiz y papel… o teclado?
(Se
los acerca y guarda los libros que él dejó desparramados en su intento previo
de escape)
_ Tal vez este sea su propio divague… no se estrese.
_ Estoy cansado. Necesito mate para funcionar.
(La
mujer se va a prepararlo y le dice al salir)
_ Esa es la actitud. Los valientes no huyen por la
primera puerta que les dejan a tiro. Recuérdelo. Es importante para su salud
mental… y física.
(Viggo
se pone a escribir un poco. Se refriega los ojos y hace un gesto de cansancio y
frustración. Apoya su cabeza sobre los antebrazos, abatido. Se repone. Mira por
dónde ella salió y se acerca a las estanterías. Lee)
_ “Psicología”
(Sin
necesidad de sacar los libros logra salir por entre los estantes… con tan mala
suerte que llegar al diván de su propia película dónde él mismo es Freud. Se
despierta sobresaltado para notar que es un sueño en el que se estaba
analizando).
_ ¡Listo! ¿Amargo?
_ Amargadísimo… no como para morirme. No me
malentienda, pero… qué día.
(Ella
ríe no tan estruendosamente como de costumbre. Lo mira con un poco de pena)
_ El mate… ¿Amargo o dulce?
_ Como quieras… estoy padeciendo un genuino “Síndrome
de Estocolmo”. Lo juro. No voy a escapar.
_ Excelente elección. Muy bien pensado.
_ Cebo yo.
(Ceba.
Van tomando mientras charlan)
_ Bueno…
_ ¿Usted vive acá?
_ No.
_ Ya es tarde…
_ Fabián ni noticias. Te plantó.
_ Es raro.
_ ¿Te tira onda?
_ ¡NO! Me precupa que no esté acá… ¿No está, no?
_ No. Quedate tranquilo… nunca lo vi. Debe andar por
ahí lo más campante ¿No tiene otros amigos?
_ Si… pero quedamos en encontrarnos acá.
_ El te dio la dirección…
_ Si.
_ Un amigo…
_ ¿Qué? ¿Qué insinúa?
_ Te mandó conmigo. Sabiendo cómo soy… de mi problema,
digo (Se miran). Gangosa ya no soy…
“de eso me curé” con la foniatra. Me llevó años, pero tenía mucho tiempo para
perder…
_ Insinúa que él me entregó…
_ Opiná lo que quieras, yo soy muy democrática.
_ ¡Pero me secuestra!
_ Vos no te vas por amor propio. Vas a terminar lo que
te pedí porque ahora sabés que no vas a pensar en otra cosa ¿Me equivoco?
_ Este es un secuestro raro…
_ Lo que yo equivoqué fue la carrera… no digo que la
esté corriendo ahora, ni que la haya hecho en tiempo y forma. La cursé mientras
estaba en la cárcel… por lo de los
asesinatos ¿Viste?
_ ¿Varios?
(Ella
responde con voz gangosa, como si fuera otra persona de pronto)
_ “Eran gangositos”… los quise salvar. Al gordo no. Lo
maté por cabezón. Me hacía eclipse parándose frente a luz. No entendía que una
escritora necesita luz propia y no quiere que la eclipsen.
(Llega
un usuario e interrumpe el clima y la conversación. Viggo se pone
repentinamente feliz ante la posibilidad de escape. El hombre saluda)
_ ¡Hola! Buenas tardes.
(Ella
responde sonriente y se acerca al señor)
_ “Buenas noches”… estamos por cerrar (A Viggo). Este caballero que va dejando una estela de
escarcha a su paso es el que te decía antes.
_ ¡Eh! ¿De nuevo se va a meter con mi equipo?
_ ¿De qué cuadro es?
(Pregunta
el cautivo)
_ ¡De la Academia! Con el mayor orgullo…
(Viggo
lo gasta)
_ ¡El Capitán Frío, lógico!
(La
bibliotecaria se suma a su gesto de darse calor con las manos y se burlan del
hombre, que se va ofendido. Se ríen de él)
_ ¡Somos como Otlet y Lafontaine!
_ ¿Quiénes son?
(La
mujer se acerca a la puerta y pone llave mientras le responde a su víctima, quien
se da cuenta que desaprovechó la oportunidad de escapar)
_ Los padres de la Ciencia de la Documentación y
fundadores de la Sociedad de las Naciones… podrías hacer esos personajes con
Neeson. Le tendrías que dar una mano. Me parece que está en la mala ¿Viste las
películas poronga que está filmando? Me pone muy triste.
(Viggo
está desolado. Le contesta vencido)
_ ¿Quiere que termine ese asunto de La Tierra Media,
sexo, guita o qué? Me quiero ir…
_ Lo que hablamos. Lo dejo en tus manos. Si fueras Liam
Neeson ya te hubiese violado. No te ofendas, pero ya no te pareces a Barbie…
sos un señor cualquiera.
(Se
va y se lleva el termo del mate. Viggo, mira el lugar, lo recorre buscando
ideas. Encuentra papeles fotocopiados sobe un estante. Se sienta a mirarlos.
Los va ordenando sobe la mesa y luego empieza a desparramarlos en el piso, como
armando un collage. La mujer vuelve y lo encuentra muy ocupado. Sonríe y le
avisa)
_ Te dejo más agua caliente ¿O tenés hambre?
_ ¡No, gracias! Así está bien… no como cuando estoy
inspirado.
_ ¡Cómo Helmut! Debe ser la raza aria… (El la mira con cansancio y sigue, ya de
rodillas, muy atareado) Nos contó que podía trabajar hasta treinta s seis
horas seguidas como en trance. Lo aprendió cuando era andinista eso del “punto
de no retorno” (El no le presta atención,
absorto en lo suyo) ¿Querés una
tijera?
(El
se detiene de pronto, alerta)
_ Si… puede serme muy útil.
_ Claro… para recortar las figuritas de Neeson. Hace
años que vengo imprimiéndolas. Me encanta la idea de hacer un collage.
(Le
da una gran tijera brillante que parece muy afilada. El la mira y la toma como
un arma)
_ Si, la idea es… genial. Quédese tranquila. Se
exactamente lo que tengo que hacer.
_ Sos un capo…
_ Si, de la mafia rusa…
(La
mujer ríe como Julia Roberts otra vez y se sienta, bostezando. Viggo mira y
manipula la tijera)
_ No me gustó
tanto ésa película…
(Ella
termina por apoyar los brazos en la mesa y dormirse. El se le acerca como si
estuviera dispuesto a degollarla, pero se detiene. Luego hace el gesto de
apuñalarla por la espalda. Se da por vencido y camina hasta la salida. Le suena
el celular. Se sobresalta y contesta hablando despacio, dándole la espalda a su
captora para que no oiga)
_ ¿Fabián, sos vos? ¿Dónde estás? No puede ser… yo
estoy ahí esperándote hace horas. Alguno se confundió, boludo. Esto no es un
bar… es la biblioteca chiquita de la otra cuadra ¡No sabés lo que me pasó!
¿Estás en pedo? ¡Llamá a la policía que casi mato a alguien! En serio ¡Dale
Fabián!
(La
bibliotecaria hace algún ruido y él apaga el teléfono. Camina inquieto. Vuelve
a mirar los papeles en el piso y se agacha poniéndose a recortar. Se olvida de
escapar y va armando algo. Incluso dibuja, tirado en el piso, copado con lo que
está haciendo. Al rato ella despierta y se acerca a mirar emocionada)
_
¡Es la Tierra Media! Con cientos de elfos/Neeson!
_ ¡Si! Como siempre debió haber sido…
_ ¡Si! ¡Si! ¡Si! (Como
en pleno orgasmo. El la mira de reojo, levantándose preocupado) Yes…
_ ¿Te gustó? Estuve bien… ¿No?
_ Si… nunca me había sentido así antes…
(Se
miran y ríen)
_
Siempre me dicen lo mismo
(Ella
Ríe como Julia Roberts)
_
La verdad, es que así me imaginé la película… es mejor todavía. Es la
mezcla del libro impreso con lo que debió ser esa saga mal terminada de tu
amigo Jackson… ¡Que ojala termine como Michael!
_ Dejémonos de pensar en asesinatos… la verdad es que
estoy muy conforme con mi obra. Yo solía pintar…
_ Si, vi también esa película con tus cuadros… en la
que matabas a la mujer de Michel Douglas. No sé que te asusta tanto de la
muerte si te la pasás bajando gente en cada film…
_ Pero no es cierto… son personajes que interpreto.
_ Igual que yo…
_ ¿Era actriz?
_ Más o menos… en eso nos parecemos. A mi también me
tendrían que dar el Oscar, pero me pasa como a vos. Peor, no me reconocen…
_ No me importa mucho, la verdad… pero fijate el
detalle (Señala su creación), no está
Aragorn ¿Viste que humildad?
_ No había fotos tuyas…
_ ¡Si! Acá hay una fotito mía en una revista de Sopa
de letras…
(Le
muestra, señalando una imagen minúscula que ella se tiene que acercar a ver)
_ ¡Ah! Mirá…
(Se
ríen)
_ Pero no es Aragorn “el personaje”… es Viggo
Mortensen.
_ Claro…
_ Bueno, igual te quedó hermoso. Habría que pegarlo en
alguna pared… o acá mismo y después plastificar el piso. No sé…
_ ¿Me podría ir yendo, no? Es tarde. Capaz que Fabián
está preocupado y…
_ Tenemos que jugar a la mancha si viene. De a dos es
medio jodido.
_ Si, la verdad.
_ ¡Mancha venenosa! (Le tapa los ojos, como jugando para que no pueda ver) ¿Ves? Ahora
te cagué. Se acaba el juego… podés andar dando tumbos por ahí, como ciego. Y
aunque pudieras seguir sólo me podés alcanzar a mi. No tiene gracia.
_ No, la verdad que no. Quedamos en que hacía mi
laburo…
_ Si… (Deja la
llave sobre la mesa) lo prometido es deuda. Pero falta jugar a la
escondida. Es generacional. Yo cuento y vos librás para todos los compa. Dale.
(Le
da la espalda y se pone a contar. El la mira con asombro y sonríe. Mira
alrededor y se esconde. Después se da cuenta de que puede escapar y va a la
puerta. Nota que olvidó la llave y vuelve por ella. Corre a la salida y se va.
En la vereda, feliz no sabe para que lado ir. Un grupo de hinchas de la barra
brava de Huracán le grita)
_ ¡Actor puto! Ponete el anillo y desaparecé…
(Lo
rodean y se lo llevan en andas mientras él grita asustado. La mujer sigue
contando cuando la policía allana el lugar buscando a Viggo Mortensen. La
captora se defiende alegando demencia. Si no están los actores que representan
a los policías y a Fabián, puede ser otra escena con el detenido esposado e
iluminado por la luz en los ojos, respondiendo en la seccional)
_ Yo no soy Natalia Góngora… ¡Ni siquiera soy mujer! Soy
transexual. Soy Actor, Bah! O bibliotecaria… de algo hay que vivir. Natalia era
un personaje que creé y le mandé a algunos, que se la dan de escritores y
editores (mirando con desprecio a Fabián
Casas). Por eso le mencioné a tu amigo que el día del evento “hablaba con
Fernanda Laguna de “los hijos” (Le
remarca “Los hijos”. El no comprende) ¡El personaje mataba a su marido y a
los pibes!
_ ¿Y?
_ ¡Ni lo leyeron! Ni me vinieron a ver ni nada… (A los policías. Uno de ellos ve el cartel
en la caja) ¿Se dan cuenta? ¡Ellos crearon el monstruo!
(El
cana lee en voz alta, señalando y abriendo la caja)
_ “Viggo”
(Fabián
Casas se enloquece y le salta encima al detenido)
_ ¡Lo Mató el hijo de puta!
(Lo
sacan de encima del tipo y tratan que deje de patalear, inmovilizándolo en el
piso)
_ ¡Norman! ¡Norman Bates para vos! ¡Andá a la cancha
sólo, nabo! ¡Sufrí! Escribite algo…
María Elsa Rodríguez
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