
Por lo que obviamente esa cifra se queda corta.

Con los años, logré recuperar a través de mi hermana mayor, las cartas que enviaba desde España y los lugares a los que tenía que volver a emigrar (como el resto) temporariamente porque estaba ilegal... exiliado de un día para otro, sin papeles y no de vacaciones como yo creía en mi infantil inocencia.


“Estaba en Bélgica en marzo del ’76, medio de casualidad, y vi el golpe por televisión y supe que no era muy conveniente volver. Los primeros trabajos que conseguí, como limpiar oficinas o iglesias, fueron de noche. Se hacían a esa hora por dos motivos: porque de día había gente y porque éramos clandestinos y nos pagaban en negro. Nadie nos iba a dar un trabajo como la gente, siendo como éramos clandestinos y con otra lengua. Todos los amigos con los que estaba también trabajaban de noche. Todo era muy años setenta: hacíamos vida comunitaria y compartíamos absolutamente todo. (…) Fue en esa época cuando conocí a Osvaldo Bayer y me dio una lección de vida. El también estaba en la vía pero al volver a Alemania después de conocernos, recibo una carta suya con un giro, por una suma curiosa, como si fueran 527,80 dólares, y una notita en la que me decía: Querido Osvaldo, acabo de cobrar un trabajo, te mando la mitad. No agregaba: Devolvémelo cuando puedas, simplemente me daba la mitad exacta de lo que había recibido.”
No comments:
Post a Comment